Cuando se pierde un idioma, se pierde un mundo. Cuando se rompe el lazo que nos conecta, por medio del lenguaje, con nuestros ancestros, se rasga también parte de nuestra memoria. Es entonces necesario acudir a la escritura: una que no reproduce lo pensado o dicho, sino que ha quedado grabada en el espacio, en experiencias de sobrevivencia y resistencia, en los márgenes. Las memorias de mis bisabuelas q’eqchi’ están escritas en bordados, en historias contadas por las abuelas, en olor...
Cuando se pierde un idioma, se pierde un mundo. Cuando se rompe el lazo que nos conecta, por medio del lenguaje, con nuestros ancestros, se rasga también parte de nuestra memoria. Es entonces necesario acudir a la escritura: una que no reproduce lo pensado o dicho, sino que ha quedado grabada en el espacio, en experiencias de sobrevivencia y resistencia, en los márgenes. Las memorias de mis bisabuelas q’eqchi’ están escritas en bordados, en historias contadas por las abuelas, en olores e incluso en los secretos guardados como resultado de la anulación propia de una sociedad que sigue aspirando al criollismo. El único huipil que queda de mi bisabuela Mercedes está hecho con seda, muy parecido al que tiene puesto en la única fotografía que existe de ella. Ese pik’bil de seda constituye en sí mismo un diálogo: el intercambio de las culturas que llevaba en la sangre y la evidencia de una historia llena de contradicciones. Es también un punto de encuentro, pues posee el poder de superar los límites del tiempo entendido como cronotopo.
Esta reflexión me ha llevado a pensar de nuevo en la necesidad de propiciar diálogos desde el cuerpo. Y esto es lo que, de alguna manera, experimentamos hace unos días con varias artistas y teóricas del arte en un encuentro en el que se propuso repensar el arte desde el feminismo. La metodología que nos guio se fundamentó en cuatro ideas o momentos: situarse, conversar sin hablar y compartir silencios, reflexionar sobre la experiencia e invitar a otras voces a la conversación. El proceso pedagógico es entendido aquí como un conjunto de acciones participativas para la construcción colectiva. Parte de la enunciación personal para dar paso a conversaciones horizontales y a la negociación de significados evitando el logocentrismo o el pensar desencarnado.
[frasepzp1]
Braidotti escribe que «un posicionamiento es una memoria arraigada y encarnada: un conjunto de contramemorias activadas por quien piensa y resiste contra la narración dominante de la subjetividad. Un posicionamiento es un lugar especial y temporal de coproducción del sujeto, todo menos una instancia relativista» [1]. No es extraño entonces que las participantes hayamos encontrado en este ejercicio un momento para la catarsis y un espacio para la sanación a la vez que hayamos identificado una base para posicionarnos y puntos en común para comenzar el diálogo. Haraway [2], por su parte, plantea que las epistemologías de la localización, del posicionamiento y de la situación son aquellas en las que la parcialidad, y no la universalidad, es la condición para que sean oídas las pretensiones de lograr un conocimiento racional.
Pensar en lo que significa crear y ver arte nos llevó a cuestionar la manera como se construyen las instituciones artísticas, las acciones que se justifican desde el coleccionismo y el mercado del arte y las divisiones que generalmente existen entre la creatividad, la pedagogía y la reflexión teórica. Como escribe Ferrera-Balanquet, la aportación de otros saberes es «la energía necesaria para el proceso creativo» [3]. Las preguntas quedan siempre abiertas, pues el aprendizaje no tiene fines o metas. Nos llevamos la experiencia de la apertura y la alegría de habernos encontrado y de haber descubierto herramientas que nos permitan navegar el territorio que habitamos, con la cautela de que nuestra barca sea pequeña, frágil y fácil de abandonar cuando sea necesario.
* * *
[1] Braidotti, R. (2018). «Cíborg, monstruos y sujetos nómadas: para una nueva ontología procesal». Por una política afirmativa, itinerarios éticos. Barcelona: Gedisa. Pág. 66.
[2] Haraway, D. (1991). Ciencia, cíborgs y mujeres: la reinvención de la naturaleza. Madrid: Cátedra.
[3] Ferrera-Balanquet, R. (2017). «Pedagogías creativas insurgentes». Pedagogías decoloniales: prácticas insurgentes de resistir, (re)existir y (re)vivir. Tomo II (Walsh, C., ed.). Quito: Abya-Yala. Págs. 445-464.
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