A mediados de octubre, en el programa radiofónico Con Criterio se analizó una de las deficiencias del Organismo Ejecutivo, la reflejada en los dos cambios que han seguido a la primera designación en la cabeza de la SCSPR. Desde enero de 2020, dicha función ha sido desempeñada por Carlos Sandoval, quien duró cinco meses en el cargo. Lo sustituyó Francis Masek, que permaneció seis meses. Y a ella la reemplazó Patricia Letona, quien lleva lo recorrido de 2021.
Como introducción se escuchó una pieza con valoraciones de Karla Herrera y Hugo Peña, quienes destacaron dos aspectos. La exconductora del despacho indicó que, cuando las cosas no marchan bien, «todos culpan a Comunicación». Y el estratega subrayó: «Sin gestión no puede haber comunicación». Ambos apuntes son importantes porque no solo en las esferas públicas se le achaca al área de comunicación la responsabilidad, sino también en las privadas, pero ni en unas ni en otras hay autocrítica, pues la comunicación debe transmitir y posicionar la capacidad de hacer.
«Siempre, en los ministerios y en las secretarías, los errores son de [se endilgan a] los comunicadores. Pero, si el plan está fallando y el sustento está debilitado, es muy difícil comunicar», argumentó ella, en tanto que él reforzó: «Gestión significa saber hacer, y el problema más grave que hemos tenido en el país es la ausencia de resultados. Si uno sabe hacer, constantemente da resultados y tiene la posibilidad de comunicar positivamente las cosas».
Herrera y Peña convergieron en que para comunicar es preciso tener elementos objetivos, ya que la herramienta sola no es suficiente. Puede asentarse entonces que quienes comunican en una entidad o institución deben ser alimentados por los resultados que generan los equipos de trabajo. Si hablamos del Gobierno, de los ministerios y de las secretarías, estos tienen en su trabajo la hoja de ruta. Sin embargo, hasta ahora el mandatario y sus autoridades no han podido colgarse estrellas de éxito. Al respecto puede mencionarse el manejo de la pandemia y de la vacunación, así como la situación que hoy se vive en El Estor, ejemplos que evidencian falencias de gestión y de comunicación.
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Uno de los conductores del programa, Juan Luis Font, aludió a rasgos de peso en el perfil que debe reunir quien dirige la SCSPR: formación y experiencia profesional en la materia y una cercanía con el gobernante que propicie confianza mutua. Así, recordó los gobiernos de Vinicio Cerezo (1986-1991), Óscar Berger (2004-2008) y Álvaro Colom (2008-2012) y a sus respectivos jefes de comunicación: Claudia Arenas, Rosa María de Frade y Ronaldo Robles. Destacó que la excelente relación les permitió afrontar y salir avante en crisis diversas, marco en el cual su comunicación fue eficaz.
Y en ese contexto está claro que Giammattei no practica la comunicación efectiva con las tres personas que ha nombrado en la secretaría. Para empezar, él ha sido el comunicador y ha concentrado todos los reflectores. Él habla por aquí y por allá, y en la mayoría de las ocasiones sus declaraciones han sido, innecesariamente, polémicas. En ese sentido, otra de las anfitrionas, Claudia Méndez Arriaza, ahondó en que Cerezo, Berger y Colom fueron tres mandatarios accesibles, con capacidad de desarrollar, incluso, pláticas agradables con la prensa.
Distinto es el caso de Giammattei, cuyo carácter no le ayuda cuando de comunicación política se trata y quien, desde mi punto de vista, no articuló la transición de buen candidato a buen presidente, dado que persiste en actitudes incompatibles con la alta investidura que ostenta. Como consecuencia de ello, a la mitad del trayecto es probable que venga el cuarto nombramiento en la secretaría de Comunicación. Pero, como Pedro Trujillo resumió al cierre de la charla, «no hay estrategia clara y ninguna de las personas a cargo de la secretaría ha convencido al presidente de que le haga caso». Faltará ver qué pasa con la cuarta.
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