No solo en la vida del padre Gabriel, también en los personajes como el capitán Mendoza que termina siendo fray Rodrigo Mendoza y qué decir del cardenal Altamirano quien abre y cierra el filme con el inicio y el párrafo final de su carta. Pero, ese padre Gabriel, heroico hasta en su martirologio, fue en la vida real fray Roque González de Santa Cruz. Un personaje inspirador.
A la presencia del Sistema Universitario Landivariano que lleva su nombre llegamos el recién pasado 14 de junio los directores de los campus. A continuación, reseño los tres principales propósitos.
1. Discernir para encontrar la vocación de cada presencia está siendo una tarea encomendada por nuestro rector, el R.P. Miquel Cortés Bofill, S.J. Iniciamos entonces compartiendo las buenas prácticas que cada campus tiene: Quetzaltenango sus experiencias en investigación; Quiché, su capacidad de interculturalidad; Jutiapa, el proceso seguido para descubrir la vocación de su campus; Zacapa, la sustentabilidad ecológica de su terreno y sus edificios (incluido el aprovechamiento de la energía solar); Escuintla, sus buenas prácticas varias; Antigua, sus actividades culturales; y nosotros en Verapaz, la proyección a la población más vulnerable. Se da por descontado que los compañeros del Campus de Huehuetenango nos hicieron una soberbia presentación de sus prácticas asertivas.
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A veces, los signos de los tiempos se presentan en el momento menos pensado y sacuden hasta las raíces. Nos sucedió con la frase que utilizó la Mgtr. Feliciana Ixcol, directora del campus de Quiché. Para cerrar su exposición ella dijo: «Nadie es más sin el otro, pero es menos sin el otro». A partir de ese momento todas y todos sentimos la necesidad de vincularnos más, no solo entre nosotros sino con todas las obras hermanas de la Compañía de Jesús.
Terminamos el día con una eucaristía celebrada por el R. P. Luis Ixcoy, sacerdote diocesano (que nos dio un soberano ejemplo de humildad), en el Monasterio Nuestra Señora de la Sabiduría, de la Virgen de Guadalupe, de las Hermanas Clarisas.
2. El día 15, luego de una pausa ignaciana, visitamos el templo parroquial de Chiantla. Es un templo cuya simbología es muy ecléctica, pero a la luz de las imágenes y las grafías, se sale un poco más allá de lo ecléctico. Fue fundada por los dominicos casi a mitad del siglo XVI, no obstante, la advocación mariana no es la Virgen del Rosario sino la Virgen de Candelaria. En el altar mayor hay efigies fuera de toda explicación lógica actual. Y el retablo restaurado, que está en la puerta (aparentemente es de 1734), contiene más que enunciados teológicos, inscripciones en un latín extraño que podrían ser considerados mensajes. ¿De quién y para quién? Tema a dialogar. Afortunadamente tengo unos amigos expertos en latín con quienes seguramente tendremos un deleite de conversación en orden a dichas inscripciones y simbologías.
3. Horas más tarde, tuvimos un ejemplo de trabajo en red. Visitamos la sede de Fe y Alegría de Chiantla. Su director, el Mgtr. Gerving Justiniano, acompañado de su personal, nos guio en un recorrido por aulas y talleres que me hicieron recordar mi escuela primaria. Yo estudié en una escuela similar y estuve tres años en sastrería y tres en carpintería (a más de la educación formal). Nos impactaron los logros del proyecto en Chiantla, incluso, egresan Bachilleres con especialidad en mecánica automotriz y también en computación. A nivel del ciclo Básico obtienen, además de la educación formal, diferentes especialidades que van desde la confección de estructuras metálicas hasta repostería. Todas reconocidas por el Ministerio de Educación.
Convivir con el cuerpo docente (algunas y algunos egresados de Fe y Alegría de Huehuetenango y años después graduados a nivel de licenciatura en el Campus San Roque González de Santa Cruz), nos puso a ojos vistas la semilla que se siembra y el fruto que se cosecha cuando mente, corazón y voluntad se conjugan para hacer el bien y hacerlo bien. Igual nos impactó la interactuación con las alumnas y los alumnos de quienes celebramos, sin perjuicio de los estudios y prácticas de su pénsum, la capacidad lingüística que poseen. Conste, a nadie (como no hubiésemos sido nosotros) vimos con un celular en la mano.
La jornada fue vivificante. Demás está decir que la visita al proyecto de Fe y Alegría nos hizo encarnar la realidad de que el Reino de Dios (y su perfecta justicia) puede estar y está entre nosotros. Y que para que así sea, de nosotros depende.
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