Fromm se refería a: «Una sociedad insana […] que crea hostilidad mutua y recelos, que convierte al hombre en un instrumento de uso y explotación para otros, que lo priva de un sentimiento de sí mismo, salvo en que se somete a otros o se convierte en un autómata»[1].
El 11 de noviembre de 2015 el tratadista José Aníbal Cruz García publicó un artículo que llamó ¿Qué se define como sociedad enferma? Y, previa cita de Fromm hizo acopio de otros síntomas y signos así: «[…] una sociedad dada donde lo material se convierte en una obsesión desmedida, donde el tener se convierte en un pensamiento alienante, donde el tener vale más que el ser, pensar que tanto tienes, tanto vales, donde el egoísmo, la envidia, la discriminación y la competencia hacia otros destruyen los sentimientos de solidaridad humana, una sociedad donde se rinde culto a la belleza física, utilizando el alcohol y las drogas en forma excesiva para manejar la ansiedad existencial creada por las demandas de competencia y de consumo, en que la violencia, la delincuencia, las drogas, el sicariato, el irrespeto y el desorden institucional abarcan todos los renglones del estado, una sociedad donde se violan las leyes, donde el dinero y la corrupción se vuelven pasión universal, abandonando los buenos modales, el cultivo de la intelectualidad y el crecimiento espiritual»[2].
José Aníbal Cruz dedica este artículo a la sociedad dominicana, pero, ¿acaso no retrata a nuestra sociedad guatemalteca de cabeza a pies?
Revisemos, a manera de retratos, algunos contextos nuestros que así lo indican.
1. El 24 de enero del presente año se notició que las autoridades ya habían logrado identificar a siete mujeres que fueron enterradas en una casa de la zona 18 capitalina. El hallazgo en la colonia Santa Faz, devenía desde el pasado 15 de diciembre 2022. Según se dio a conocer «en los siete crímenes hay un patrón común. Todas las mujeres, dos de ellas menores de edad, tenían reportes de desaparición en zonas distintas de la capital»[3].
Retrato: El caso es macabro, no está resuelto y de noticia espeluznante (que la es) no ha pasado, por lo que me pregunto: ¿Hemos hecho algo como sociedad? Mi respuesta es: Protestas racionales, ninguna; aportes de sana opinión, ninguno; presiones para que los órganos jurisdiccionales apresuren las investigaciones, ninguna. ¿A qué apuntan esos escenarios de ninguneo? Respuesta: a un miedo colectivo que nos empuja a normalizar la muerte.
2. Como si semejante tablado fuera poco, un alcalde requerido en extradición por Estados Unidos por la presunta comisión de delitos vinculados al narcotráfico aseguró, durante un evento oficial, que «está con el partido oficial y que “uno tiene que estar en la teta que tiene leche” en referencia al presidente Alejandro Giammattei porque “es el que me puede dar alimento”»[4].
Retrato: Por el amor de Dios, ¿en qué sociedad que se precie de sana puede suceder semejante acabose? Encima de ello, el requerimiento de extradición alcanza a dos diputados y a otro alcalde. Pregunto otra vez: ¿Cómo y en qué momento pudieron llegar estos personajes a los puestos que ostentan?
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Otro retrato: En el entretanto, sí hubo una agresiva manifestación por la muerte por envenenamiento de tres perritos en Quetzaltenango. El hecho (el envenenamiento de los perritos) fue ingrato. Quienes lo perpetraron deberían llevar un seguimiento psiquiátrico porque las personas que son crueles con los animales pueden serlo con los seres humanos. Pero, ¿qué se puede decir de una sociedad que protesta con agresividad por la muerte de tres animales y calla ante la muerte violenta de siete mujeres?
A manera de grotesco retrato de complemento, el inicio del juicio del Caso Hogar Seguro se suspendió por décima vez. Tres abogados defensores se ausentaron, dos por tener otras audiencias a la misma hora del inicio del juicio y uno por tratamiento médico según informaron. La jueza del Tribunal Séptimo Penal, Ingrid Vanessa Cifuentes decidió separar del caso a dos de ellos. Por si alguien no recuerda qué caso es, se trata del incendio Hogar Seguro donde murieron calcinadas 41 niñas. Por cierto, esta vez, por la suspensión del inicio del juicio, nadie dijo ni pío.
Vistos los recientes sucesos y sus silencios, Erich Fromm (1955) y José Aníbal Cruz (2015), no habrían tenido mejor materia de investigación para sus trabajos acerca de las sociedades enfermas que nuestros propios síntomas y signos.
En nosotros queda buscar la cura. Quizá la recuperación de la palabra pueda ser el primer paso. Hablemos, dialoguemos, retornemos a la sensatez
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