En principio, quiero contarte que en Guatemala, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos (2016), son 203,436 las personas que se ocupan de este tipo de trabajo, aunque me gustaría aclararte que este tipo de encuestas nacionales solo incluyen a la población de 15 años de edad en adelante y que las trabajadoras de casa particular comienzan desde los ocho o nueve años. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha calculado que el 34 % de ellas son indígenas, aunque investigaciones de organizaciones locales indican que este porcentaje es mucho más elevado. Los datos nos dan cuenta, además, de que la mayoría de ellas solo logró completar la escuela primaria y de que muy pocas alcanzaron algún nivel del ciclo básico o diversificado. Como ves, se trata de mujeres que no han tenido las oportunidades que tú sí tuviste.
Si tú eres de los que piensan que hay libre mercado y que cada quien trabaja donde quiere, te digo lo siguiente: las trabajadoras de casa particular ni eligen dónde trabajar ni ganan lo que negocian con sus patrones o patronas. Trabajan donde pueden y por el salario que les quieran pagar. El trabajo que ellas realizan está estipulado en el Código de Trabajo como régimen especial. Aunque existe un salario mínimo (de 2,136 quetzales en 2016 —promedio de ingreso laboral mensual—, de acuerdo con una investigación de la OIT), cuando se trata de trabajo doméstico realizado por mujeres, este baja a 825 quetzales (mira que paradójico porque, cuando son hombres lo que realizan el trabajo de casa, a ellos se les pagan aproximadamente 1,610 quetzales). Y te cuento otra cosa: a las mujeres indígenas se les paga aún menos, pues ellas perciben en promedio mensual un ingreso de 673 quetzales.
Además, supuestamente existe la jornada laboral de ocho horas, pero lee lo que dice el Código de Trabajo de Guatemala: «El trabajo doméstico no está sujeto a horario ni a las limitaciones de la jornada de trabajo». Tampoco se aplican a ellas los artículos que establecen que tienen derecho a disfrutar de un día de descanso remunerado después de cada semana de trabajo y a días de asueto con goce de salario. Sí está escrito en el artículo 164 que «los trabajadores domésticos gozan de los siguientes derechos: deben disfrutar de un descanso absoluto mínimo y obligatorio de diez horas diarias, de las cuales por lo menos ocho han de ser nocturnas y continuas y dos deben destinarse a las comidas, y [que], durante los días domingos y feriados que este código indica, deben forzosamente disfrutar de un descanso adicional de seis horas remuneradas». Claro, esta parte sustancial es la que a la mayoría de los patrones se les olvida porque las trabajadoras domésticas se levantan antes de la salida del sol y tienen que estar disponibles hasta que la última persona de la casa decida acostarse.
[frasepzp1]
Si hablamos de seguro social, el panorama tampoco es alentador. Desde 2009 se implementa el Programa Especial de Protección para Trabajadoras de Casa Particular (Precapi). Sin embargo, este solo les otorga protección por maternidad o accidente. Además, se deben abonar cien quetzales al mes y, como puedes ver, es muy escueto lo que brinda. Por otra parte, quienes las emplean no quieren efectuar el abono. Y a veces ellas mismas no quieren, ya que se les descuenta un porcentaje de su magro salario o ve tú a saber por qué otros motivos. En 2016 solo estaban afiliadas a este sistema el 0.2 % de las trabajadoras del país. Es decir, la gran mayoría trabaja sin gozar de ningún tipo de protección.
Te podría contar, además, las formas de violencia que sufren: por ejemplo, que no les es permitido comer la misma comida de quienes las emplean, sino la que sobró de días anteriores, así como los insultos que reciben, la violencia sexual y los embarazos fruto de esas violaciones por parte de los patrones o de sus hijos. Hay más, pero no quiero aburrirte porque sé que no te gusta hablar de estos temas.
Por todo lo que te describí, en el Quinto Encuentro Latinoamericano de Trabajadoras Domésticas, que se realizó en Guatemala en septiembre de 2018 y en el cual participaron representantes de 15 países de América Latina, se concluyó que este trabajo es una forma de esclavitud moderna. Me atrevo a decirte que en Guatemala esta situación está estrechamente vinculada al sistema de opresión colonial y, obvio, al patriarcado. Pero sé que de esto tampoco te gusta hablar.
El 30 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Trabajadora de Casa Particular. Como ves, no fue un día para celebrar nada, sino para denunciar una situación específica de discriminación y de violencia. Porque, aunque a ti no te guste hablar de eso, de eso se trata.
Más de este autor