«Por qué y para qué» me preguntó un amigo a quien le compartí dicha intención, mi respuesta la expongo a continuación.
Decidí hacerlo porque, aparte de que es necesario saber de las contraposiciones del Acte Constitutionnel de l’Espagne impuesta por Napoléon y José Bonaparte, y la Constitución de 1812 para España y sus colonias en orden a la emancipación de Centroamérica, quiero aportar al diálogo que sobre el tema escuché a unos profesores y unos estudiantes (de educación media) fuera de aula.
Debido a que unos y otros me invitaron a unirme a la plática (invitación que no acepté por falta de tiempo), les ofrecí escribir este artículo para que consideren un enfoque histórico diferente al que sustentaban en aquel momento (no para contraponer sino para aportar).
[frasepzp1]
Mi artículo está respaldado en el Súmmum que el tratadista Jorge Mario García Laguardia publicó en el Tomo III de Historia General de Guatemala (1995), de la Asociación de Amigos del País. Fundación para la Cultura y el Desarrollo. Dicho sea, es uno de los mejores tratados que existen acerca de la historia de nuestro país.
Para entender el Estatuto de Bayona es indispensable saber del rey Fernando VII.
Fue un soberano que se decantó entre calificativos como El Deseado y el rey Felón. Reinó (que no siempre gobernó) en España entre 1808 y 1833.
Su vida estuvo signada por terribles ventoleras no solo por los momentos políticos que se vivían en Europa sino también por su personalidad repleta de contrasentidos: astucia y cobardía, deseado y cruel, amigable con sus enemigos y rencoroso con los suyos, y según sus biógrafos, desprovisto de cualquier cualidad para ser rey. Aún se duda de cómo, con todas sus inhabilidades, pudo permanecer en la Corona por veinticinco años. Durante su reinado se emancipó Centroamérica.
Entre 1898 y 1813 fue depuesto por Napoleón Bonaparte quien nombró a su hermano José como Rey de España. Este nombramiento no fue bien recibido por el pueblo español que se opuso tenazmente a Napoleón y a su hermano. Como consecuencia de esa no aceptación, se formaron juntas locales y provinciales como la de Sevilla y otra que se autonombró Junta Suprema de España e Indias y finalmente se incorporaron en una sola que llamaron Junta Central. Se trató en realidad de un movimiento revolucionario que no solo rechazó la imposición napoleónica sino se contrapuso a la monarquía española y en breve tiempo dio paso al proyecto de Constitución que finalmente se firmó el 19 de marzo de 1812 habiendo tenido como sede para las sesiones la ciudad de Cádiz. Pero para entonces, Napoleón Bonaparte había impuesto no solo a su hermano como Rey sino también el Estatuto de Bayona «para mejor gobierno».
Entre las borrascas políticas y personales de El Deseado o el rey Felón se cuenta: la renuncia a los derechos de la corona de España en favor de Napoleón. Sucedió esa cesión en mayo de 1808 cuando su padre Carlos IV y sus hijos Fernando y Carlos habían renunciado a sus derechos en favor del francés (sin tan siquiera haberlos recibido). Fernando VII no lo sabía y abdicó (temporalmente) en favor de su padre cuando este ya había cedido el poder a Napoleón. Este, de inmediato, nombró Rey de España a su hermano con el título de José I. Y entre el 15 y el 30 de junio los hermanos Bonaparte elaboraron una especie de constitución llamada Acte Constitutionnel de l’Espagne. Se trataba en realidad de un modelo constitucional bonapartista que estaba influenciado por liberales moderados e inspirado en un nuevo régimen político que rompía con el poder absoluto del Rey.
Se inició entonces un largo periodo de luchas que culminaron con la expulsión de José I de España gracias a la intervención del Duque de Wellington en la batalla conocida como Batalla de los Arapiles sucedida el 22 de julio de 1812 en el sur de la milenaria ciudad de Salamanca. El objetivo de Wellington fue impedir la expansión bonapartista en Europa.
Para entonces ya estaban en ruta de choque la mal llamada Constitución de Bayona (que no era otra sino el Acte Constitutionnel de l’Espagne) impuesta por Napoléon y José Bonaparte, y la Constitución de 1812 para España y sus colonias de la cual argüiré en otra ocasión.
Finalizo aplaudiendo este tipo de diálogos que no son usuales escucharlos en una cafetería. Algo o mucho se está haciendo bien. Ojalá algunos candidatos a puestos de elección popular (tan solo algunos), pudieran participar de vez en cuando.
Más de este autor