De entonces para acá poco a poco se ha ido develando para mí el mundo del café, que según descubrí es un universo que vale la pena explorar porque tiene innumerables sabores y curiosidades. ¿Quién que se autodenomine guatemalteco no se despierta y se levanta por las mañanas gracias al aroma real o imaginario de un buen café? En nuestro país pocos, quizás. Tampoco soy la excepción.
Entre los datos curiosos sobre esta bebida está el que hay tipos de café que se extraen de los excrementos tanto de los elefantes que comen granos de café como del de las civetas. Al primero se le llama café marfil negro y al segundo kopi luwak o café de civeta.
Lo cierto es que «con un café, la vida es más sabrosa» y este siglo XXI está signado por un buen espresso o bien alguna de sus combinaciones con leche, agua y hielo, de esos que se ofrecen en sitios específicos para su venta.
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También a nivel mundial existe la Asociación de Cafés Especiales (SCA, por sus siglas en inglés), en la cual se establecen los rubros de calidad con respecto al café. En términos generales, hay ciertos criterios de excelencia que determinan la puntuación de la clase de café y si la muestra obtiene 80 o más puntos se convierte en un café de especialidad, más allá de las marcas cuyos usos son meramente comerciales. También se realizan concursos anuales a nivel nacional, regional y mundial. Entre estos, vale destacar que en el año 2012 el guatemalteco Raúl Rodas ganó el concurso mundial de baristas.
Así, si se desea un café de especialidad, este tiene características únicas en su aroma, en su cuerpo e intensidad que se logra por medio de una serie de procesos que culminan cuando se prepara y llega a nosotros proporcionándonos en su sabor un equilibrio entre la acidez y la amargura, una especie de dulzor.
Pese a que por su extensión territorial Guatemala no es un productor masivo de café, sí cuenta con ocho regiones que lo producen: Acatenango, Fraijanes, Antigua, Atitlán, Huehuetenango, Cobán, Nuevo Oriente y San Marcos y está, por su calidad, posicionado entre los mejores del mundo. Las clases que se cultivan son Caturra, Catuaí, Bourbon y Pacamara, entre otros.
Ahora que está momentáneamente de moda el acceso a las aplicaciones de IA, pregunté a ChatGPT si el trabajo del barista será rápidamente sustituido por los robots y respondió que no, pues la implementación de estos en los negocios implica inversiones elevadas. Así, salvo excepciones con fines ilustrativos, para los amantes del café es mejor ser atendidos por un barista, por lo que esta sigue siendo una actividad de interacción humana importante.
Quienes tomamos café sabemos que uno de nuestros placeres cuando acudimos por uno de especialidad es el contacto personal que se da entre el barista y nosotros. En estos negocios, sean pequeños quioscos o cafeterías, beber café nos proporciona espacios de deleite y tranquilidad. Hay una especie de complicidad con el barista y se establece una especie de ritual simbólico en el que se construye una narrativa vital, tan pequeña como una taza de buen café y todo lo que ello implica en la vida de quien ha hecho de esta bebida una parte importante de su rutina.
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