Causa vergüenza ajena la narrativa que ha surgido para retratar de comunista o izquierda radical al partido Movimiento Semilla.
¿Cuántas de las personas que repiten que el partido Movimiento Semilla es comunista, saben qué realmente es el comunismo? ¿Tienen algún argumento o criterio serio para sustentar lo que dicen? ¿Habrán leído, por lo menos, las propuestas de Semilla?
...¿Cuántas de las personas que repiten que el partido Movimiento Semilla es comunista, saben qué realmente es el comunismo? ¿Tienen algún argumento o criterio serio para sustentar lo que dicen? ¿Habrán leído, por lo menos, las propuestas de Semilla?
Porque para llamar, con sustento y seriedad, «comunista» a una organización política debería mediar un manifiesto, programa político o propuesta de plan de gobierno en el que se consigne la intención de colectivizar los medios de producción, prohibir la propiedad privada y tener como fin último erradicar las clases sociales, el mercado y el Estado. ¿Tiene la propuesta de plan de gobierno del partido Movimiento Semilla alguno de estos elementos?
La lectura del documento deja muy claro que la propuesta de Semilla no plantea la instauración en Guatemala de un régimen comunista. Decir lo contrario es una mentira abierta, constituye desinformación y evidencia ignorancia o falta de criterio descomunales, o peor, malintencionados.
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Lo que las propuestas, tanto de Sandra Torres, de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), como de Bernardo Arévalo, del Movimiento Semilla, contienen es un componente fuerte y claramente prioritario para la inversión social, con programas de gasto público para recuperar la responsabilidad del Estado en la protección social. Además, Semilla –consistente con su origen– tiene un componente muy fuerte de prioridad para la transparencia y la lucha contra la corrupción, quizá uno de los ejes principales de su oferta política.
Así, ninguno de los dos partidos, ni sus propuestas, podrían calificar como comunistas, pero sí propuestas de centro izquierda o izquierda moderada, toda vez, claramente, de derecha no son. Ambas candidaturas proponen respetar la propiedad privada, no colectivizar los medios de producción ni suprimir el mercado, pero sí avanzar con la muy necesaria, si no urgente, revisión de la productividad de la economía guatemalteca. No proponen erradicar las clases sociales, pero sí reducir la desigualdad, altísima en Guatemala y en toda Latinoamérica.
Quizá, por primera vez en la historia de Guatemala, se debe elegir la presidencia del Ejecutivo entre dos propuestas que no son, ambas, de derecha. Sin embargo, quienes están atacando más el proceso electoral, claramente operadores de una derecha antidemocrática y extremista, de esos que ven comunistas hasta en la sopa, solo se han ensañado en contra del Movimiento Semilla. Tan extraño como ridículo, toda vez que en elecciones pasadas la señora Torres era retratada como una exguerrillera, comunista de hueso colorado, come niños de Moscú, entre otras payasadas. ¿Qué pasó?, ¿qué cambió?
Posiblemente no ha cambiado nada. Lo que esta enorme contradicción evidencia es que el asunto no es ideológico, sino de temor a que el sector corrupto y criminal que hoy está en el poder lo pierda. Cada vez está más claro que no es cuestión de ideologías o de comunistas, sino de poder, puro y duro. Quizá el problema es Semilla y no la UNE, no porque uno sea comunista y el otro no, sino porque el primero tiene un programa anticorrupción creíble, que arruinaría los negocios de quienes hoy detentan el poder corrupto y criminal. Y lo que de verdad sorprende y causa vergüenza ajena no son los influencers, «pastores» evangélicos neopentecostales y fanáticos, corruptos, y el Ministerio Público de Porras y Curruchiche, sino los tontos o borregos masa que les creen sin tener cuota de poder qué perder.
Así, lectora, lector, no demuestre ignorancia o actitud de borrego masa repitiendo la narrativa de otros diciendo que Semilla es un movimiento comunista o ateo. Infórmese, documente y respalde sus críticas y posturas. Construyamos ciudadanía responsable.
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