La alianza que el partido Movimiento Semilla logró en el Congreso de la República constituye una demostración de madurez y tino indispensables.
Sin duda, el Movimiento Semilla es el fenómeno político partidario y electoral más importante de los últimos tiempos en Guatemala. La victoria contundente en la elección presidencial y vicepresidencial en 2023 logró concentrar la esperanza de la mayoría de la ciudadanía guatemalteca y ...
Sin duda, el Movimiento Semilla es el fenómeno político partidario y electoral más importante de los últimos tiempos en Guatemala. La victoria contundente en la elección presidencial y vicepresidencial en 2023 logró concentrar la esperanza de la mayoría de la ciudadanía guatemalteca y es ya la concreción del cambio para detener el deterioro, y, ojalá, empezar a lograr que Guatemala se encamine en una ruta de recuperación y desarrollo. Un verdadero triunfo ciudadano y democrático.
En este contexto de la fase inicial del gobierno de Arévalo, quizá los principales riesgos y amenazas ya no provengan de actores externos como Consuelo Porras, aún al frente del Ministerio Público, o del resto del denominado pacto de corruptos. La historia de la humanidad, que es la historia de la política y del ejercicio del poder, nos muestra que un riesgo muy importante, y que nunca debe menospreciarse, es el derivado de la arrogancia y la soberbia que, por la condición humana, naturalmente puede invadir a quienes están ocupando cargos en el nuevo gobierno, en especial, quienes es la primera vez que son funcionarios públicos y saborean el poder gubernamental.
Esto porque en realidad Semilla es una organización política muy joven, muy inexperta, y muy pequeña. Sus cuadros con más experiencia y conocimiento en las lides de lo público provienen del Congreso y pasaron de hacer oposición minoritaria a ser el partido oficial. Además de ser una bancada minoritaria, Semilla colocó muchos de estos cuadros en el Ejecutivo, empezando por el propio presidente Arévalo. En conclusión, hasta el más sencillo de los análisis políticos muestra que es claro que ellos solos no pueden gobernar ni hacerse de cuotas de poder en el Congreso de la República, deben negociar y formar alianzas.
Afortunadamente, los hechos recientes demuestran que los liderazgos de Semilla no solo parecen tener una idea clara de este hecho, sino que, además, lo están aplicando con madurez y sabiduría. Por supuesto que es deseable que, en los acuerdos que logren, Semilla encabece los principales cuadros, pero no es una condición indispensable mientras la alianza sea sólida y legítima.
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Justamente esto es lo que ha ocurrido. Debido a los zafarranchos que la alianza del pacto de corruptos en la IX Legislatura protagonizó el domingo 14 de enero, la Corte de Constitucionalidad (CC) consideró que se produjeron anomalías en la forma que se eligió la nueva junta directiva, presidida por el diputado líder de Semilla, Samuel Pérez, e integrada, además, por la diputada Andrea Villagrán, también de Semilla, como primera secretaria. Sin embargo, para superar las anomalías advertidas por la CC, la votación tuvo que repetirse, y la alianza liderada por Semilla volvió a ganar.
Sin embargo, la junta directiva finalmente electa para el Congreso de la República en 2024, no incluye a miembros del partido Movimiento Semilla. El diputado Pérez y la diputada Villagrán supieron hacerse a un lado, cediendo sus posiciones en la junta directiva a otros diputados de la nueva alianza política.
Quizá para algunos sea un signo de debilidad. Sin embargo, ceder la presidencia y la primera secretaría, anteponiendo los intereses colectivos a los personales, no solo es signo de madurez, sino de una enorme fortaleza, sagacidad política y sabiduría. Con ello, desmantelaron las preocupaciones sobre protagonismos excesivos o cultos a la personalidad en el joven liderazgo parlamentario de Semilla. Por el bien de Guatemala, los hechos muestran lo contrario.
Es un muy buen inicio, ojalá augurio de lo que será la norma en la X Legislatura.
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