Por supuesto, no todo lo dicho en la conferencia de prensa del miércoles 5 de febrero es bueno y de celebrar. Quizá lo más doloroso es saber que el número de vuelos con deportados se incrementará en 40 por ciento. Tampoco dan para celebrar algunos de los impactos que ya Guatemala sufre por la suspensión brusca de los proyectos de USAID, una cooperación que, como se ha dicho, estaba lejos de ser perfecta y ciertamente necesitaba revisarse y evaluarse, pero no de una manera tan violenta, llegando al extremo de prácticamente cerrar la agencia. Es decir, la situación no es como para alegrarse.
Sin embargo, opino que quizá lo más importante de esa conferencia de prensa no es lo que se dijo, sino lo que no se dijo. En el contexto de la agresividad de la política exterior de Trump, que en menos de dos semanas ha logrado sacudir al mundo entero, debe meditarse y no olvidar el altísimo riesgo de que se anunciaran medidas draconianas que podían poner a Guatemala en una situación muy peligrosa.
[frasepzp1]
Por ejemplo, es tranquilizador que no se habló de que Estados Unidos vaya a elevar las tasas arancelarias a la importación de productos guatemaltecos. Esta es una medida que, si se pregunta a los empresarios, generaría una crisis económica mayúscula que golpearía no solo a los dueños de las empresas, sino a sus trabajadores, proveedores, consumidores. México y Canadá tienen economías y volúmenes comerciales que les permitieron reaccionar y mitigar el ataque estadounidense, habilidad y capacidad que, mucho me temo, Guatemala no tiene.
Tampoco se habló de medidas para gravar o restringir el flujo de remesas que nuestras hermanas y hermanos migrantes envían a sus familias. Esto es importantísimo, toda vez el sector externo de la economía guatemalteca se ha vuelto prácticamente dependiente de las remesas familiares. Solo analícese con atención que, por cada USD 10.00 que los migrantes remesaron a sus familias en 2023, Guatemala recibió solo USD 6.58 por exportaciones de bienes y servicios en territorio aduanero, USD 0.78 por inversión extranjera directa y USD 0.54 por turismo. No se nos olvide, por favor, que la dichosa estabilidad macroeconómica, y especialmente la cambiaria, depende de los migrantes y las remesas que nos envían.
Por otro lado, se percibe que los sectores de la derecha extrema y radical de Guatemala y, en particular, el grupito de simpatizantes de Consuelo Porras y su gavilla, deben estar enojados porque tampoco la mencionó, y menos le expresó apoyo de la administración Trump. De nada valieron las payasadas de un fiscal con gorrita roja de MAGA, o supuestos cabildeos para redituar el supuesto apoyo de Trump a Porras, que, como quedó clarísimo, no es. Lo que sí expresó Rubio fue un apoyo al presidente Arévalo, en su calidad de autoridad legítima y democráticamente electa.
Como dijo el Canciller guatemalteco, Carlos Ramiro Martínez, en una entrevista radial, esto no fue casual ni improvisado. Fue el resultado de un intenso trabajo diplomático que data desde el período de transición en 2023. Que no se dijeran los elementos de un escenario catastrófico para Guatemala, y que no haya habido necesidad de plantear propuestas vergonzosas como las que formuló Nayib Bukele, es un éxito.
Así pues, honor a quien honor merece. Felicitaciones al canciller Martínez y al presidente Arévalo. Medió y triunfó la prudencia y la pericia diplomática. La situación no es para celebrar y alegrarse, pero, por lo menos, es tranquilizadora.
Más de este autor