Las obras El señor presidente de Asturias y Ombres contra hombres de Efraín de los Ríos describen los azares de la vida bajo las dictaduras de Manuel Estrada Cabrera y de Jorge Ubico Castañeda. Junto con el terrible drama expuesto por De los Ríos y la narrativa de Asturias que recuerda el hiperrealismo de los géneros pintura y escultura, va implícita la protesta que alcanzó hasta las conciencias más endurecidas.
A partir de 1954, a causa de la contrarrevolución, hubo un silencio provocado por las amenazas de las denominadas huestes liberacionistas. Muchos académicos y literatos tuvieron que salir al exilio. Sin embargo, hubo extramuros dos hitos de alcance mundial que llamaron a recobrar el sentido social del arte, y, desde escenarios muy particulares que quizá ni consideraron sus gestores, se vincularon. Me refiero al I Encuentro Internacional de la Canción Protesta y el Concilio Vaticano II, de la Iglesia católica.
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De tales fenómenos arguyo en el extracto de un ensayo de mi autoría: «La segunda mitad del siglo XX estuvo signada por fenómenos sociológicos de alto impacto internacional que marcaron para muchos un nuevo ciclo histórico en la humanidad. Dos de ellos, sobrepasaron toda expectativa y trascendieron en la vertiente del tiempo: El I Encuentro Internacional de la Canción Protesta, celebrado en La Casa de Las Américas en Cuba, el año 1967, y el Concilio Vaticano II, de la Iglesia Católica, acaecido en Roma de 1959 a 1965 y hecho ostensible al mundo, principalmente a América Latina, entre 1967 y 1968. Estos hechos se anunciaron poco tiempo después de realizados, infundiendo sorpresa, confusión, temor y esperanza. Y así como Mijaíl Gorbachov no sospechó hasta dónde llegarían la Perestroika y el Gladsnot, quienes organizaron y dirigieron dichos acontecimientos con tanto compromiso, pasión y conocimiento, no vislumbraron completamente sus efectos en la historia, aunque indudablemente programaron sus objetivos, fines y propósitos. Estas metas se alcanzaron parcial o totalmente provocando cambios que incluyeron substitución de estructuras socioeconómicas en muchos países latinoamericanos»[1]. (Guerrero, Juan J.; 2005: VII-VIII).
Uno de esos efectos no vislumbrados fue la recuperación del compromiso social de la literatura y los cantos (incluso los religiosos). El hecho de escribir poesía de protesta para adaptarle música después provocó un influjo que alcanzó a la narrativa. Y uno de los objetivos del I Encuentro Internacional de la Canción Protesta, que fue perfilar la ética y la estética de la canción, también fue asumido por la literatura guatemalteca y mundial.
En la obra donde trato acerca de la Canción Protesta explicité: «Los orígenes de la expresión de protesta escrita y cantada (y por lo tanto de compromiso ético y social) se remontan a la penumbra entre la leyenda y la historia en los albores del año 500, cuando Clodoveo, primer rey cristiano de los francos, regaló el territorio del dominio de Coucy a la Diócesis de Reims, “cimentando la Iglesia en las cosas del Cesar”[2]. (Touchman, Bárbara; 1979:26); este territorio se encontraba en el centro de Picardía y estaba descrito como “una de las llaves del reino” (Op. cit.), porque limitaba al norte con Flandes y al oeste con Normandía, siendo uno de los lugares más importantes de tránsito de la Francia septentrional. Tal donación no gustó a nobles, letrados y lugareños, ya que parangonaron la dádiva con la actuación del emperador Constantino con relación a la Iglesia de Roma. Revivieron entonces una vieja canción de protesta atribuida a William Langdon cuyo mensaje principal era: “Cuando el benevolente Constantino donó a la Santa Iglesia heredades y arriendos, señoríos y siervos, los romanos oyeron llorar un ángel en las alturas” [3]. (Op. cit.)». (Guerrero, Juan J.; 2005:9).
A tenor de los párrafos anteriores podemos inferir que el compromiso del arte no es algo nuevo y que la literatura sin compromiso no genera transformación ni cocreación. Por esa razón, cuando me preguntan qué tipo de compromiso tienen mis escritos yo respondo, sin perjuicio de otras opiniones: «La recuperación de nuestra historia». Me refiero a la historia de Verapaz, de Guatemala y de América Central escamoteada desde siempre.
Gracias por su lectura.
[1] Guerrero Pérez, Juan J. (2005). La canción protesta latinoamericana y la Teología de la Liberación. Estudio de género musical y análisis de vínculo sociopolítico y religioso (1968-2000). Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana.
[2] Touuchman, Bárbara W. (1979). Un espejo lejano. España: Argos Vergara. En: Guerrero Pérez, Juan J. (2005). La canción protesta latinoamericana y la Teología de la Liberación. Estudio de género musical y análisis de vínculo sociopolítico y religioso (1968-2000). Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana.
[3] Guerrero, Juan J. Op.cit.
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