Votar a favor de la creación del Estado palestino, como un paso en la ruta hacia la paz en medio oriente, no es votar en contra de Israel.
El viernes pasado, durante el décimo período extraordinario de sesiones de emergencia de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Guatemala votó a favor de un proyecto de resolución titulado leer más
El viernes pasado, durante el décimo período extraordinario de sesiones de emergencia de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Guatemala votó a favor de un proyecto de resolución titulado Admisión de nuevos miembros en las Naciones Unidas. Esta resolución aún no reconoce al Estado de Palestina como miembro de pleno de la ONU, pero sí es un avance en esa dirección.
En su comunicado, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Guatemala, además de informar del voto, compartió los aspectos principales de la explicación expuesta durante la citada sesión. El punto central es que, con este voto, Guatemala ratifica su fuerte convicción en la coexistencia pacífica de los pueblos israelí y palestino, basada en la preeminencia del Derecho Internacional, con el objetivo de alcanzar una solución pacífica, integral y definitiva a un conflicto, demasiado añejo y trágico en términos de pérdida de vidas para ambos pueblos.
Causa vergüenza, y no poco asco, ver la reacción de algunos grupos radicales con posiciones fanáticas pro Israel. Estas expresiones lo único que demuestran es ignorancia, incapacidad para leer y entender lo que los representantes de Guatemala dijeron en la Asamblea General de la ONU. Quizá la expresión más descarada y vergonzosa de estas reacciones es la carta abierta que el expresidente Jimmy Morales le dirige al presidente Bernardo Arévalo.
Morales hace gala de su ignorancia porque, dejando de lado los notorios errores de redacción y forma, se contradice, de manera infantil en varias ocasiones, y demuestra que está reaccionando a cualquier cosa, menos a lo que Guatemala dijo en la Asamblea General. Empieza increpándole a Arévalo sus estudios en la Universidad Hebrea de Jerusalén y su rol como embajador de Guatemala ante Israel por varios años, sin darse cuenta de que, justamente por lo que dice, autoriza a Arévalo, y se auto descalifica, como persona preparada para decidir el mejor actuar diplomático de Guatemala.
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Habla de «personas ideologizadas», sin reparar que en su lamentable calidad de títere y payaso que siempre ha demostrado ser, es él quien se demuestra ideologizado. Espeta la enorme y torpe falacia de aseverar que votar o tomar acción a favor del pueblo de Palestina, constituye una acción en contra del de Israel. Tonto. Como el propio comunicado de la cancillería guatemalteca deja muy claro, se condena, y todos debemos condenar el acto terrorista que Hamás perpetró el 7 de octubre de 2023, pero esa condena no abarca a todo el pueblo palestino. Ni Hamás es toda Palestina, ni todos los palestinos son Hamás, ¿es tan difícil entender algo tan lógico y sencillo?
Como también debe condenarse el genocidio que el gobierno israelí del primer ministro Benjamín Netanyahu está perpetrando en contra del pueblo palestino en la Franja de Gaza, con por lo menos 300,000 desplazados en Rafah, con más de 35,000 muertos y 78,000 heridos. Por algo, Sudáfrica, y recientemente Egipto, se han sumado en la demanda por genocidio ante el Tribunal Internacional de Justicia, en contra de Israel. ¿Esto hace a todos los israelíes culpables de este genocidio? Por supuesto que no, porque no todos los israelíes apoyan las acciones criminales del gobierno de Netanyahu. Como no todos los israelíes son judíos, ni tienen por qué serlo.
Tratemos de entender las razones de por qué la creación y el reconocimiento de un Estado palestino, coexistente con el israelí, es un paso urgente e indispensable para la paz en el medio oriente, y con ello en el mundo.
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