Mes para recordar a los seres queridos que ya no están, para brindarles un homenaje volando barriletes en espera de que sus flequillos de colores nos conecten con sus recuerdos.
Noviembre para rememorar aquella época en la que el cese de las lluvias anunciaba a los niños y niñas ochentosas que ya podían salir a jugar a la calle hasta el anochecer. Era la temporada de vacaciones y podían ir a las Llanuras (hoy Centro Deportivo Erick Barrondo) a volar barriletes.
Mes del ayote en dulce, del fiambre, de recordar a las que ya no están.
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Noviembre también inicia con NO. Es el mes que se marca en el calendario para decir NO a la violencia en contra de las mujeres. De rendir homenaje póstumo a Patria, María Teresa y Minerva, asesinadas en República Dominicana durante la dictadura de Rafael Trujillo el 25 de noviembre de 1960. Las mariposas Mirabal como las han llamado. Recordarlas en cada una que ha sido violentada. Tenerlas presentes para pedir que a ninguna le vuelva a pasar.
Es perturbador escuchar a algunas personas decir que no les interesa hablar de los tipos de violencia que vivimos las mujeres día a día, porque les parecen exageraciones y que ahora ya no soportamos nada. Claro, porque, por ejemplo, muchos y muchas creen que los piropos son halagos y demostraciones de romanticismo, pero no lo son. Son una pequeña muestra normalizada de tantas violencia hacia las mujeres.
Es triste que pocas personas estén interesadas en conocer que, para la primera mitad de 2024, según datos del Human Rights Watch el 44 % de muertes violentas de mujeres en Guatemala se catalogaron como femicidios.
Casi nadie quiere asumir la responsabilidad que le corresponde al hablar de niñas embarazadas. Sin embargo, las cifras son contundentes: en Guatemala, según el Observatorio en Salud Sexual y Reproductiva (OSAR, 2025), se registraron 42,673 embarazos en niñas y adolescentes de entre 10 y 19 años.
No solo son cantidades estadísticas. No son solo números, son infancias destruidas y con ellas los sueños de tener una vida digna. Son rostros de niñas y adolescentes con una identidad, con un nombre.
Pero hoy, además de conmemorar a Las Mariposas Mirabal y de nombrar este tipo de violencia hacia la mujer y las niñas, es importante también enumerar algunas de las formas de resistencia que las mujeres pueden vivir o practicar.
- La sonrisa brillante de una mujer que está frente a la computadora decidiendo si escribe su apellido de casada en la impresión de su título universitario, ese que pudo obtener luego de muchos años y esfuerzos. Una mujer que, traviesamente, decide aparecer como soltera en ese cartón tan valioso y significativo.
- La dulzura de la compañera de oficina que, a pesar de su estrés y dificultades, atiende de forma amable a otra mujer para sacar juntas el trabajo y cumplir ambas con los objetivos de la faena sin competir, sin zancadillas.
- El abrazo oportuno de la amiga que, sin mediar palabra, entiende el dolor de la otra y la sostiene para que no se derrumbe.
- La amiga que, a pesar de la distancia y el tiempo, brinda con ternura un consejo a la mujer que está pasando por un duelo amoroso.
- La madre, quien con su experiencia quiere evitarle dolores a la hija, la apapacha cuando ella cree que ya no puede más.
- La abuela tierna y amorosa quien sin egoísmo transmite todos esos conocimientos a sus nietas para que sepan cómo curarse con hierbas, brebajes, bordados o recetas.
- Las compañeras sororas que se preocupan y están pendientes de la integrante del grupo que les ha comunicado sobre su depresión y de la cual no sabe salir sola.
- La mujer que, sin saberlo, salva a una y en ese acto está salvando, por lo menos a dos generaciones más de mujeres.
- La extraña que pregunta a otra en el baño de mujeres si está bien y le brinda un pañuelito de papel para limpiar sus lágrimas, sin cuestionar, sin etiquetar.
- La lucha que todas las mujeres libran día a día al salir al trabajo en las madrugadas.
Nuestro deseo más grande es que el pasado 25N hayan bajado los índices de violencia en contra de las mujeres y las niñas. Otro mundo para nosotras es posible, esperable, urgente.
Un mundo sin violencia es un lugar mejor para hombres y mujeres.
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