Amada por unos, odiada por otros, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) está en su momento crítico, incluida su posible desaparición.
Pocas entidades tienen historiales tan controversiales. Acciones loables como la provisión de medicamentos y tratamientos médicos que salvan vidas. Apoya a organizaciones independientes que subsisten y resisten ante la represión de los gobiernos de sus países, y que desempeñan labores fundamentales como la audit...
Pocas entidades tienen historiales tan controversiales. Acciones loables como la provisión de medicamentos y tratamientos médicos que salvan vidas. Apoya a organizaciones independientes que subsisten y resisten ante la represión de los gobiernos de sus países, y que desempeñan labores fundamentales como la auditoría social o la vigilancia de procesos electorales.
USAID también ha jugado papeles importantes en la asistencia en caso de desastres, justamente porque estos apoyos de emergencia resultan significativos por provenir del país más rico del mundo. Más discutibles y sujetos a la crítica son sus programas de reducción de la pobreza y medidas ambientales, especialmente cuando de enfrentar el cambio climático se trata. En todo caso, en países como Guatemala, y la mayoría de Centroamérica, USAID es un cooperante muy importante por el volumen de recursos en su cartera.
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A lo largo de su historia, también tiene actuaciones controversiales que son objeto de acalorados debates. Su rol durante la Guerra Fría es uno de estos aspectos oscuros, y en Latinoamérica no han sido pocos los gobiernos que han decidido expulsarla de sus países. En general, durante las décadas de 1960 y 1970, a USAID se le acusa de haber respaldado a gobiernos autoritarios, dictaduras y grupos militares, pese a que, según sus estatutos, su naturaleza es no militar. Incluso, en sus roles más nobles, USAID ha sido criticada, por ejemplo, en sus intervenciones en Haití, luego del terremoto de 2010.
Una de las críticas más agudas en contra de la forma en que opera USAID, es una enorme ineficiencia financiera y económica. En términos generales, la agencia trabaja tercerizando gran parte de sus operaciones, contrata a empresas implementadoras que, según los alegatos, cobran honorarios y comisiones excesivas, y de allí que la gran parte de los recursos de los contribuyentes estadounidenses terminen engrosando las ganancias de estas empresas, y no alcanzando los objetivos nobles que supuestamente persiguen los programas. El caso relativamente reciente de las operaciones de USAID en Afganistán, por muchos consideradas un fracaso, se explican por este problema.
Dentro de las ahora tristemente célebres órdenes ejecutivas que el presidente estadounidense, Donald Trump, firmó en los primeros minutos luego de haber retomado el poder, fue, precisamente, suspender todas las operaciones de USAID. Orden que el Secretario de Estado, Marco Rubio, se ha encargado de aplicar de una manera brusca y enérgica. Y más allá, incluso, se habla del cierre y clausura de la agencia, en el peor de los casos, y en el mejor, transformarla en una dependencia menor del Departamento de Estado, perdiendo su independencia y volumen de operación.
Esto está causando una crisis de escala global sin precedentes. Se argumenta la intención de corregir las anomalías de las ineficiencias financieras ya señaladas, pero se percibe interés e intención ideológica. Por un lado, se sospecha que cerrar la cooperación internacional estadounidense tenga el propósito de abrir espacio fiscal para los privilegios tributarios con los que Trump podría beneficiar a los súper millonarios que lo apoyan. Por otro, se percibe una intención ideológica, en la que «América primero» tiene una connotación profundamente egoísta, el rechazo y la destrucción de la cooperación internacional.
El desenlace final está por verse. Los últimos acontecimientos parecen apuntar a que la USAID, tal como fue creada en 1961, podría estar llegando a su fin. ¿Triunfará en el resto del mundo este movimiento de proclama egoísta e insensible anticooperación?
Como sea, la debacle de USAID es un fenómeno global que no debemos ignorar.
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