El enfoque implica una reversión completa de la visión pasada del propio ambiente de Wall Street de dedicarse a los servicios y la alta toma de decisiones y trasladar sus entornos industriales y de producción agrícola a países más baratos, lo que llevó al proceso denominado deslocalización industrial.
De inmediato, el mandatario comenzó a firmar órdenes ejecutivas, insistiendo en su afán de retornar a un nacionalismo de nuevo cuño, quejándose al final que «todo el mundo se ha aprovechado de los Estados Unidos», insistiendo que eso debe terminar lo más pronto posible.
[frasepzp1]
Mucho habría que analizar sobre Estados Unidos desde una perspectiva latinoamericana, pero ese no es el propósito de esta columna. El objetivo hoy es señalar la necesidad de implementar acciones para mitigar el estado actual de las cosas y, si es posible, aprovechar las oportunidades que se presenten, como nación inteligente que debemos ser en estos momentos. Sin embargo, intuyo que ya estamos tarde en nuestra inacción, y más aún, en nuestro acomodamiento. Este acomodamiento, alimentado por las élites que se benefician de la ansiada divisa (el dólar estadounidense) a través de las remesas, tiene como costo la expulsión de personas, con todos los avatares y angustias personales y familiares que esto conlleva, además de la diáspora de migrantes.
Lo cierto es que las advertencias de lo que se viene, amerita de una renovada política exterior y de medidas prácticas vinculadas con: migración, deportaciones, remesas, aranceles y restauradas políticas económicas. Mucho hemos insistido en el notable acomodamiento de la economía guatemalteca en materia de influjo de dólares provenientes, no de un esfuerzo productivo interno, sino de la diáspora y continua expulsión de connacionales buscando mejores oportunidades laborales en el norte.
Más que desarrollar elegantes análisis de economía internacional, lo que urge preguntarse es si estamos preparados para un giro y reversión de acontecimientos relacionados con la apertura comercial y financiera, tal y como la hemos entendido desde hace más de dos décadas.
Pareciera que los diseños y los teóricos intentos de un uso productivo de las remesas no han trascendido más allá de los foros en hoteles de cinco estrellas. Ni siquiera el Banco de Guatemala y su Junta Monetaria han logrado avanzar en la discusión sobre cómo utilizar parte del notable influjo de dólares. La idea era conformar un fondo que al menos mitigara el alto costo fiscal de los subsidios, destinados a neutralizar la gran liquidez ocasionada por dicho influjo. Además, este influjo presiona el sostenimiento de un tipo de cambio que enfrenta grandes tensiones, debido a la apreciación y el abaratamiento del dólar. Este fenómeno es totalmente contrario a los períodos de vacas flacas de los noventa, los cuales motivaron la apertura y liberalización de la economía, con el fin de atraer capitales foráneos, entre otras cosas.
Las amenazas a la economía guatemalteca rondan alrededor de una masiva deportación de connacionales, problemas de mayor desempleo y conflictividad social y un empeoramiento de la posición externa del país al caer el influjo de dólares. Los expertos oficiales lo ven remoto, y no lo aceptan aún, aseverando que esto no se observará de un modo abrupto, sino que irá mostrando gradualmente sus efectos, en caso de ocurrir.
Desde hace varios años la comunidad internacional y la cooperación han venido lanzando propuestas sobre la situación de empleabilidad y perspectivas de migración.
Mr. Trump ha firmado una orden ejecutiva que fija una moratoria de la ayuda internacional financiada con fondos y agencias federales como USAID, que sin lugar a dudas estará en estos meses en un proceso de transición y cambios virulentos. Sin embargo, hay algo que la lógica indica que será parte del espíritu de los nuevos proyectos. Y es que incluso las órdenes ejecutivas del expresidente Biden sobre migración buscan que la gente no se mueva hacia el norte, y para ello se deben resolver algunos males incluso estructurales: débil infraestructura para el crecimiento, fallas en la educación de la gente y el pobre Estado de derecho; es decir, la famosa rule of law de los anglosajones debe imponerse por estos lares. ¡Pero de una forma seria y decisiva!
A ello se añaden factores como el cambio climático, la inseguridad alimentaria, la falta de vivienda y la pobreza generalizada. Es por ello que una buena parte de la migración viene precisamente de los departamentos y municipios más pobres. Se ha perseguido entonces el camino de una América Central más pobre y democrática. Ahora bien, el propio Mr. Trump ha dicho expresamente que América Latina no le importa mucho, porque no la necesita. Como dando a entender, tal y como es habitual en su discurso, que le importarán tan solo los gobiernos de países que le brinden amistad y amplia afinidad ideológica, como ocurre actualmente con Javier Milei y Nayib Bukele.
Estamos ya tarde, pero habría que acelerar el paso en el diseño de procesos de desarrollo económico local que lleven a cabo un uso productivo de las remesas que se reciben, creando proyectos de inversión que apuntalen la producción en las comunidades. Y es que ha habido varias iniciativas al respecto, pero muy poco se ha hecho.
El propio Consejo Nacional de Atención al Migrante de Guatemala —CONAMIGUA— generó hace algún tiempo un documento titulado Estudio para el Uso Productivo de las Remesas. A nivel legislativo se ha presentado la iniciativa de ley 5640 Ley para fomento de la utilización productiva de remesas familiares, que por un momento activó la discusión sobre su uso en las localidades de mayor recepción, y establecer un marco normativo para su aprovechamiento. Se trata de armar las denominadas comunidades producto, o ciudades hermanas, con proyectos diversos para impulsar el empleo y la producción.
Lo cierto es que el discurso Trump debe sacarnos de nuestro acomodamiento y de la idea errónea de que nuestra cacareada estabilidad macroeconómica proviene de óptimas formas de organización económica. ¡Nada más alejado de la realidad que esas falsas creencias, que solo benefician a una élite importadora y nada productiva!
Más de este autor