Censura

Hace unos días leí una columna de Luisa Fernanda Toledo en Plaza Pública y me quedé con estas palabras: «Creernos con derecho de juzgar todo lo que ha sucedido solo nos posiciona en una plataforma perfecta para que nos apedreen en el futuro». Suscribo sus palabras, aunque la lapidación, especialmente por opiniones políticas, podría suceder en cualquier momento en redes sociales.

La cultura de la cancelación que impera en estos días acumula libros, películas, caricaturas, y no parece haber llegado a su límite en su afán de revisar el pasado, en su ejercicio de censura por razones de corrección política de un activismo progresista.

Las palabras de A letter on Social Justice and Open Debate, un manifiesto publicado en julio de 2020 en Harper’s Magazine, tienen cada vez más vigencia en torno a lo que describe así: «La censura también se está extendiendo más ampliamente en nuestra cultura: una intolerancia a los puntos de vista opuestos, una boga de la vergüenza pública y del ostracismo y la tendencia a disolver cuestiones políticas complejas en una certeza moral cegadora».

Sin embargo, no es posible decir que la censura sea una exclusividad de estas épocas ni de los círculos de izquierda en que ahora prolifera. Uno de los ejemplos más infames en la historia reciente viene de hacer memoria sobre el Parents Music Resource Center (PMRC), fundado por las esposas de cuatro figuras políticas de Washington D. C. allá por los años 80 del siglo pasado y que incluía como la figura más visible a Tipper Gore, la esposa de Al Gore.

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Esta agrupación elaboró una lista, conocida en la época como The Filthy 15, la cual incluía a Madonna, a Prince y a Black Sabbath, y en la cual se ejemplificaban los contenidos que se consideraban ofensivos por sus referencias sexuales o contenidos ocultos. De aquí viene la gran teoría de conspiración, esparcida hasta la saciedad por organizaciones religiosas, sobre los mensajes subliminales ocultos en los vinilos que se podían escuchar si se tocaban en sentido inverso.

La influencia de la membresía de la organización llevó eventualmente a una audiencia ante el Senado de los Estados Unidos en lo que se conoce como Frank Zappa-Tipper Gore Hearing, celebrada en 1985, en el apogeo de la era Reagan (el ícono conservador para las nostalgias centroamericanas). Casualmente, la audiencia se celebró ante una comisión del Senado de la cual al menos dos de los esposos de las indignadas señoras eran miembros, incluyendo a Al Gore.

El argumento principal del PMRC siempre fue que no era un intento de censura, sino que «simplemente estaba ayudando a los padres a tomar decisiones informadas sobre la música que permitían que sus hijos escucharan». El resultado de la actividad del PMRC fue un sistema de etiquetado sobre los contenidos de los álbumes que la industria sigue usando en la actualidad.

Al terminar estas líneas me dejo atrapar por el sonido psicodélico de Stone Rebel en Shapes of Freedom, parte del álbum Space Indigo (2021), al cual le va mejor al amanecer.