Cada vez la ciudadanía guarda menos y menos esperanzas en que, con las elecciones, las cosas puedan cambiar para mejorar. Poco a poco, la única esperanza que va quedando es el hartazgo de los que no pueden o no quieren huir como migrantes.
Conforme se siga decidiendo en cortes lo que debiera decidirse en las urnas, las elecciones cada vez se alejan más de lo que debiese ser un ejercicio democrático.
La situación es muy grave, toda vez que hoy, el escenario más optimista es que el 25 de junio se realicen elecciones de manera pacífica, e independientemente de niveles en exceso bajos de participación, se elijan autoridades, incluyendo las candidaturas finalistas al balotaje de la elección presidencial. Sin embargo, por much...
Conforme se siga decidiendo en cortes lo que debiera decidirse en las urnas, las elecciones cada vez se alejan más de lo que debiese ser un ejercicio democrático.
La situación es muy grave, toda vez que hoy, el escenario más optimista es que el 25 de junio se realicen elecciones de manera pacífica, e independientemente de niveles en exceso bajos de participación, se elijan autoridades, incluyendo las candidaturas finalistas al balotaje de la elección presidencial. Sin embargo, por mucho, este no será un ejercicio democrático legítimo, ya que dejará consecuencias nefastas.
Una consecuencia de este proceso electoral es que quedarán impunes las acciones de los grupos que se percibe apoyan la candidatura de Zury Ríos. Conforme candidaturas como la de Carlos Pineda y otras empezaron a escalar posiciones en las encuestas de intención de voto, estos grupos entraron en pánico, y al parecer han emprendido acciones desesperadas y cada vez más descaradas. Empezaron atacando a Edmond Mulet, en una burda estrategia de asegurar que al balotaje llegaran Sandra Torres y Zury Ríos, en el que parecía segura la victoria de Ríos.
Sin embargo, la intención de voto de Ríos no levanta, y la inclusión de candidaturas a diputados de personajes nefastos como Enrique Degenhart y Sandra Jovel, está demostrando ser una tremenda metida de pata para Ríos y su equipo. Todo parece indicar que la candidatura de Ríos no frenará su caída en picada, y a su gente ya no le alcanza el tiempo ni los medios para eliminar a, por ejemplo, Edmond Mulet o Manuel Villacorta, como lograron hacerlo con Carlos Pineda, al mejor estilo del nicaragüense Daniel Ortega. Es decir, esta gente habrá terminado de destruir al Ministerio Público (MP) y a la Fiscalía Especial Contra la Impunidad (FECI), con personajes serviles y rastreros como Consuelo Porras y Rafael Curruchiche, bailando el son que les toquen, a las cortes y a casi todo el sistema de administración de justicia, por nada.
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Otra herencia que nos dejará este proceso electoral, aún en el mejor de los casos, es un Tribunal Supremo Electoral (TSE) hecho añicos. Otrora un bastión de dignidad y honorabilidad, hoy carece casi totalmente de legitimidad y credibilidad. Si en algo coincide casi la totalidad de la ciudadanía guatemalteca, es en la desconfianza y la desaprobación a la actuación del TSE actual. Su papel es lamentable, al haber aplicado criterios jurídicos incoherentes e inconsistentes. Permitió la candidatura de Ríos, pese a la prohibición constitucional, pero rechazó otras por señalamientos aún no probados o meros formalismos. Canceló la candidatura de Pineda argumentando errores formales, los mismos que cometió la UNE de Sandra Torres, quien sigue en la contienda.
Estos daños son reparables, pero no será fácil, rápido ni barato. Recuperar instituciones estatales como el MP, la FECI o el TSE, luego de la captura descarada en la que se encuentran, es muy difícil. Lo que más angustia son esos millones de jóvenes que, al crecer y formarse, lo único que conocen es esto, el desastre que tenemos hoy, y que por ello lo normalicen. Es muy probable que muchos estén ya convencidos de que Guatemala es así, o que no puede ser de otra forma, y por ello la migración forzada, largarse de su país para huir de tanto desastre y desorden, es lo único que les motiva.
Cada vez la ciudadanía guarda menos y menos esperanzas en que, con las elecciones, las cosas puedan cambiar para mejorar. Poco a poco, la única esperanza que va quedando es el hartazgo de los que no pueden o no quieren huir como migrantes.
Da tanto pesar y rabia una Guatemala así.
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