Años después, en 1958, por considerarse inadecuado ese nombre, se cambió a Día de la Hispanidad. En esta fecha, la mayor parte de Hispanoamérica celebra actos de carácter oficial en conmemoración de la llegada de Cristóbal Colón a América, aunque el magno acontecimiento haya sido solamente producto de la casualidad.
Según el ensayo Sangre y temperamento: pureza y mestizajes en las sociedades de castas americanas, del doctor en Filosofía e Historia Carlos López Beltrán, durante los más de 300 años que permaneció el imperio español en América, la consolidación de la sociedad española desencadenó una serie de actos y fenómenos por las condiciones sociales emergentes. La subyugación de los pueblos y las inmigraciones, tanto de europeos por propia voluntad como de africanos forzados como esclavos, al ser en su mayoría varones, mostraron una fuerte disparidad de género. Adicionalmente, la humillación y el rapto de mujeres indígenas trajeron consigo divisiones reproductivas que amenazaban su organización política.
Las relaciones entre los grupos sociales básicos («blancos, indios y negros»), las diferencias culturales, el intercambio tipológico, sus distintas prácticas espirituales y sus idiomas generaron una variedad de mezclas raciales no previstas. Con el paso del tiempo se estableció un sistema de castas asignado por nacimiento, según su linaje, con el pretexto de crear medidas que regularan la emergente diversidad y resolvieran preocupaciones de origen espiritual y religioso.
Esta organización fue impuesta desde lo más alto de una jerarquía social que de por vida inmovilizaba en escaños inferiores al resto de la población. El sistema se convirtió en el andamio ideológico que garantizaría el señorío de españoles y criollos sobre los nuevos mestizos y que dejarían a las castas inferiores desprovistas de cualquier reconocimiento social. En otras palabras, resguardaron para ellos el monopolio de riqueza y de privilegios, además de la explotación del trabajo ajeno.
Según López Beltrán, la hispanidad estaba simbolizada entonces en la blancura de los rostros, que indicaba pureza biológica. El resultado de cualquier mezcla se consideraba demérito racial, lo que dio origen a una separación, exclusión y estigmatización social permanente para nativos y esclavos. Las diversas castas fueron inmortalizadas en algunas pinturas que se utilizaban como guía de clasificación en el registro de nacimientos.
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Por otro lado, según Federico Navarrete, doctor en Estudios Mesoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), «uno de los elementos centrales del racismo surge al menos hace 150 años: la idea de que las razas se mezclan y se convierten en una sola. Aunque pareciera una idea incluyente y de unificación, no lo es porque excluye a quienes no están considerados en la categoría de criollos o mestizos, como los indígenas y los africanos».
En la India también existen las castas, aunque se consideran un sistema ilegal. Su organización posee cuatro castas asignadas desde el nacimiento, las cuales determinan cómo pueden interactuar los diferentes grupos de personas. Por debajo de las castas se encuentran los conocidos como intocables: personas sin casta, consideradas inferiores a los animales y objeto de una fuerte discriminación. Antaño no se les permitía beber de los pozos utilizados por el resto de la población ni participar en rituales religiosos. Ni siquiera podían dejar que su sombra cayera sobre los demás. Sus ocupaciones eran siempre labores consideradas impuras por el sistema.
Desde la Colonia vivimos una variedad del sistema de castas jerárquico y excluyente. Admiramos el aspecto blanco de la piel y la cultura europea y creemos que los mestizos deben buscar ser cada vez más blancos para mejorar la raza. La diferencia con la India es que nosotros nos negamos a reconocer que hay grupos específicos de personas a las que encasillamos por nacer en determinada raza y a quienes volvemos sujetos de discriminación inhumana y de exclusión sistemática de sus derechos elementales, de manera similar a como se hace con los intocables del país asiático.
Las características culturales derivadas de la interacción entre la española y la nuestra están muy lejos de sostener una intimidad espiritual y desmerecen que encumbremos la hispanidad que hoy se celebra.
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