Sus muertes fueron violentas y tuvieron una connotación política: las asesinó un dictador en ejercicio del poder político y patriarcal. En honor a ellas, conocidas como las Mariposas, y a su lucha contra la dictadura, cada 25 de noviembre millones de mujeres en el mundo marchan para denunciar y oponerse a la violencia contra las mujeres. A la violencia en todas sus expresiones, que tiene como punto de partida el contenido político de nacer en el control del poder con sentido patriarcal.
Guatemala, en este nuevo aniversario de esa fecha, declarada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como el Día Internacional de la No Violencia contra las Mujeres, tiene mucho que superar. Las estadísticas, esas duras expresiones numéricas, frías quizá, pero que permiten explicar y comprender el fenómeno, ilustran cómo estamos en la materia.
Según los análisis del Grupo Guatemalteco de Mujeres (GGM), del 1 de enero de 2000 al 31 de diciembre de 2015 se reporta un acumulado de 9 303 femicidios. De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif), del 1 de enero al 31 de octubre del presente año se han realizado 629 necropsias a cuerpos femeninos. Es decir, a octubre pasado se acumulaban 9 932 muertes violentas de mujeres en 16 años.
Para el 2015, el GGM planteaba una tasa de homicidios violentos de mujeres de 9.13 por 100 000. En el 2000, cuando se inició el registro, la tasa estaba en 1.96. En ese período de revisión, el índice más alto se presentó en 2008, con una tasa de 11.88. Revisando la tasa del 2015 puede apreciarse que esta supera en 50 % la tasa mundial de homicidios, tanto de hombres como de mujeres. De hecho, el número de muertes de mujeres cuando aún no concluye el año supera, en una proporción de 4 a 1, la cifra de 182, que registra el primer año de análisis diferenciado de muertes violentas en Guatemala. No solo se incrementa en número la tendencia a la acción violenta contra las mujeres, sino que su proporción respecto a la población también muestra una línea ascendente.
En otro campo de violencia, la relativa a la violencia sexual, esta refleja, de acuerdo con las estadísticas del Inacif, un constante incremento y un alto grado de agresión a las mujeres. De 6 647 reconocimientos de delitos sexuales cometidos entre enero y octubre de este año, un 89.3 % (5 774) son contra mujeres. En el 2015, el 90 % de 7 423 fueron evaluaciones por violencia sexual contra mujeres.
La exclusión del ejercicio del poder es también una muestra de violencia política hacia las mujeres. Se refleja no solo en el número reducido de estas en posiciones de decisión, sino particularmente en la negativa del Congreso, mayoritariamente conformado por hombres, a promulgar una norma afirmativa en beneficio de la participación política de las mujeres.
El acoso sexual laboral y el acoso sexual callejero son dos de los eventos de agresión a los cuales las mujeres también se enfrentan en la cotidianidad. A esto se suma la violencia económica ejercida en las relaciones de pareja o en la remuneración salarial diferenciada.
En tiempos recientes se aprecia otro tipo de expresión violenta. En redes sociales abundan, en distintas maneras, formas de agresión que se ejerce contra mujeres que se expresan en uno u otro sentido. Así lo han denunciado defensoras de derechos humanos a quienes, ya sea en cuentas de Facebook o de Twitter, algunos usuarios insultan y amenazan con golpear.
Desde la palabra como expresión inicial de violencia hasta el asesinato como muestra extrema de violencia, las mujeres en Guatemala viven en un entorno de hostilidad. Pocas autoridades toman en serio la necesidad de enfrentar esta circunstancia, y aún muchas menos impulsan acciones concretas para superarla. Sigue quedando en la movilización de las organizaciones de mujeres, así como de mujeres en lo individual, la fuerza social para empujar los cambios que eliminen las violencias. De esa manera, las alas de las Mariposas son las que baten al ritmo de la marcha femenina para empujar los cambios que hagan de la nuestra una sociedad no violenta, sino incluyente.
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