No son pocas las personas y las instituciones (de salud incluidas), que se refieren a la época que estamos viviendo como La era post Covid o La era postpandemia. Las masas poblacionales se han relajado y el uso de mascarillas está en franca desaparición como no sea por algún susto cuando alguien, en un grupo familiar o laboral, es acometido por el virus del SARS-CoV-2.
Como si nada, el próximo 11 de marzo se cumplirán tres años de haberse caracterizado como pandemia el brote de la enfermedad que dieron en llamar COVID-19. En el entretanto, a la fecha de hoy hubo 674 millones de casos y cerca de 7 millones de personas fallecidas. Me refiero a individuos documentados en ambos escenarios. Ignoramos el número de enfermos y decesos no registrados.
La guadaña pasó y nos golpeó a muchos, pero como nunca, la ciencia salió al paso y a la fecha, gracias a Dios y a los científicos, hemos salido del túnel.
Es el momento entonces de dar paso a una revisión acerca de cómo fue nuestro ser y actuar durante esa terrible crisis. Las razones a continuación.
¿Por qué hacerlo? ¿Por qué zambullirnos en nuestro interior para dar paso a la reflexión y a la toma de decisiones? Pues, una razón entre otras: la pandemia nos demostró que muchísimas personas navegamos solas durante esa terrible calamidad porque los gobiernos de nosotros fueron iguales o peores que el desastre mismo. Los Estados latinoamericanos, el de Guatemala principalmente, fueron el culmen de la incapacidad. Se constituyeron así en una vergüenza internacional. Como mala basa, en Guatemala concurrieron en tiempo y espacio cortes ilegítimas, diputados ignorantes y vulgares y un organismo ejecutivo inepto para hacer el bien. Nada bueno pudo haber salido de semejante escoria en los momentos que más se les necesitó
Ello nos obliga a tener en cuenta que otra catástrofe puede estar a la vuelta de la esquina (como ejemplo véase la situación actual de Turquía) y que debemos estar preparados personal y grupalmente, a manera de mejores prójimos, porque para la dirigencia política somos invisibles excepto cuando necesitan votos con fines electorales.
A manera de mejores prójimos sí o quizá, y para determinar el sí o el quizá, analicemos cualitativamente tres escenarios.
A nivel personal: ¿Cómo fuimos con los prójimos?, ¿estuvimos atentos los unos a los otros?, ¿compartimos lo poco o mucho que teníamos en nuestras despensas?, ¿resguardamos a las personas más vulnerables?, ¿dimos una especial atención a los niños y a los ancianos?, ¿propiciamos la calma o dimos pábulo a las noticias falsas y a los sustos innecesarios? Y muy particularmente, ¿acogimos a los más necesitados?
A nivel institucional: ¿Fuimos considerados con nuestros subordinados o les cargamos más trabajo en aras de demostrar a los jefes que éramos ‘líderes de valía’? (porque vaya que hay muchos que confunden el liderazgo con el síndrome del caporal de finca), ¿facilitamos los procesos o los complicamos poniendo en riesgo la salud y la vida de los compañeros de equipo?, ¿velamos por sus familias cuando se enfermaron o las dejamos a la deriva? En consecuencia, ¿fuimos solo Homo sapiens sapiens (el hombre que sabe que sabe) o fuimos seres humanos en toda su dimensión?
A nivel profesional, una sola pregunta: ¿Pusimos nuestros talentos al servicio de la humanidad o nos encuevamos aduciendo comorbilidades?
Cada quién tendrá sus respuestas y no necesita contarlas. En ellas encontrará razones atinentes a otra oportunidad de vida. Se trata del conocimiento, de saber que hay un nuevo tiempo para ser mejores. Estamos vivos (después de una peste de alcance mundial) y si lo estamos (y por lo tanto somos privilegiados), es porque algo, poco o mucho, tenemos pendiente. Hacia qué lado accionemos (del bien o del mal), será resultado de un adecuado discernimiento.
Recordemos, «no está bien aquello que estando bien, puede estar mejor». Así me aleccionó un jesuita durante el Miércoles de Ceniza del año 1983 (en medio del fragor del conflicto armado interno). Trascribo ese saber a mis lectores este Miércoles de Ceniza del 2023, año del final de la pandemia (de la cual salimos vivos).
¿Tendrá algún significado en nuestras vidas? Cada quien sabrá lo suyo, pero insisto, tiempo es de realizar un adecuado examen de conciencia.
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