Contra él se ensañaron los criminales a quienes condenó el tribunal de mayor riesgo que presidió el juez Pablo Xitumul e integraron como vocales Elvis David Hernández Domínguez y Eva Marina Recinos Vásquez. Por los delitos contra los deberes de humanidad y desaparición forzada, el tribunal envió a la caŕcel al ex jefe del Estado Mayor General del Ejército (hoy Estado Mayor de la Defensa Nacional), Benedicto Lucas García, al ex comandante de la zona militar de Quezaltenango, Francisco Luis Gordillo, al ex jefe de Inteligencia Militar Manuel Callejas, así como el oficial de inteligencia Hugo Zaldaña Rojas. A excepción de Gordillo, los otros tres también fueron sentenciados por violación.
Previamente, en el 2004 y ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), el Estado de Guatemala ya había aceptado su responsabilidad en los hechos, razón por la cual fue condenado. La sentencia internacional incluyó no solo la orden de identificar y procesar a los responsables sino, además, buscar ubicar y devolver a la familia los restos de Marco Antonio. Por el tiempo transcurrido y con base en hechos comprobados en la gran mayoría de casos de personas detenidas desaparecidas, jurídicamente se asume la muerte de Marco Antonio a manos de sus captores. Si bien judicialmente no les ha sido imputado el delito de asesinato, la aparición del cuerpo del #NiñoDeOctubre añadiría este crimen a sus secuestradores.
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La memoria del dolor y la tragedia del secuestro en 1981 permanece en cada segundo de la búsqueda incesante de más de cuatro décadas. Una familia, encabezada dignamente por Doña Emma Theissen Álvarez, acompañada de sus hijas Ana Lucrecia, María Eugenia y Emma Guadalupe, ha dedicado su vida y sus energías a procurar justicia por el niño amado. Con tesón y sobreponiéndose al dolor y la angustia, enfrentaron el juicio internacional en 2004. Con esa misma dignidad y renovada energía, soportaron y salieron adelante con el proceso nacional desde 2016 hasta 2018, cuando se produjo la sentencia.
A lo largo de la ruta transitada, la familia ha debido enfrentar múltiples obstáculos y difíciles condiciones. En especial en el sistema de justicia en Guatemala. Aún así, arropada por la solidaria presencia de organizaciones y personas defensoras de derechos humanos, alcanzaron una primera etapa de justicia. Sin embargo, la perversa entente de los criminales ha buscado infligir nuevas formas de agresión.
De la mente perturbada y malévola de la abogada Karen Fisher, ahora defensora de militares acusados de violar derechos humanos, ha salido un engendro que solo puede calificarse de infamia. Con toda desfachatez ha cacareado en medios adictos a la impunidad que Marco Antonio está vivo y que estuvo presente en la sala durante la lectura de la sentencia. Para sustentar su ignominia, la abogada ha difundido imágenes del esposo de una de las hermanas Molina Theissen y ha tenido la osadía de afirmar que el niño desaparecido se casó con su hermana para fingir con su familia, su desaparición.
La necesidad de buscar impunidad para criminales como los sentenciados no tiene límites en la mente distorsionada de quien busca solazarse con los militares condenados. En ese afán no ha dudado en lanzar agresiones tan crueles e inadmisibles como el infundio que ahora disemina sin razón.
Pero la dignidad de la familia Molina Theissen, así como la solidaria presencia de quienes seguimos exigiendo justicia por el inolvidable niño amado, es una fortaleza infranqueable para la ignominia. Más temprano que tarde esta nueva artimaña de la iniquidad será desarmada y sus promotores quedarán como lo que son: vulgares corifeos de graves crímenes contra la humanidad.
Por ahora, un octubre más volvemos a levantar las voces por la justicia para Marco Antonio, por reclamar sus restos y por agradecer la incansable lucha de su familia.
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