Cual espada de Damocles, cabe preguntar, ¿se puede rescatar el proceso electoral? ¿Podrá revertirse la realidad de que la mayoría ya no confía en el proceso, ni en el TSE? ¿Estamos condenados a otro régimen corrupto en los tres poderes del Estado?
El proceso electoral de 2023 recibió un golpe severo en términos de credibilidad y legitimidad. ¿Es posible rescatarlo?
Se debe reconocer que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) atinó a corregirse a sí mismo, revocando de oficio la resolución con la que había autorizado la candidatura del exconvicto y delincuente confeso de lavado de dinero, Manuel Baldizón. Y en ese sentido, aplica que errar es de humanos y rectificar lo es de sabios. Por lo menos, se logró, hasta ahora, el mal menor....
El proceso electoral de 2023 recibió un golpe severo en términos de credibilidad y legitimidad. ¿Es posible rescatarlo?
Se debe reconocer que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) atinó a corregirse a sí mismo, revocando de oficio la resolución con la que había autorizado la candidatura del exconvicto y delincuente confeso de lavado de dinero, Manuel Baldizón. Y en ese sentido, aplica que errar es de humanos y rectificar lo es de sabios. Por lo menos, se logró, hasta ahora, el mal menor.
Pero el error del TSE al haber emitido la desafortunada resolución que autorizaba la candidatura de Baldizón no es inocuo, porque está teniendo consecuencias muy graves. Algunas son de carácter técnico jurídico, como que, en realidad, el TSE no puede revocar, menos de oficio, una de sus resoluciones que se suponía ya estaba en firme y es considerado por juristas serios, poco menos que una verdadera güizachada del TSE para sacar la pata. La debilidad técnica del actuar del TSE abre la puerta a que el propio Baldizón accione legalmente para tratar de restituir la validez de la resolución que lo beneficiaba, un episodio que está por verse cómo emergerá de los pestilentes y pútridos laberintos del Organismo Judicial actual.
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Luego, confirma que el TSE ha aplicado, y continúa aplicando simultáneamente criterios jurídicos de manera selectiva y discrecional, a conveniencia del beneficiado o afectado. Este gravísimo error ha sido evidente desde el inicio del proceso: autorizar la candidatura de Zury Ríos, pese a tener prohibición constitucional expresa; rechazar la inscripción de Jordán Rodas, pese a que la causa es una denuncia ante la Contraloría General de Cuentas, aún sin resolver y sin considerar las pruebas de descargo, que además no es pública; la inscripción de decenas de candidaturas de personas directamente vinculadas con el narcotráfico y otras actividades delictivas o criminales, entre otros.
Este proceder selectivo y discrecional levanta dudas muy serias sobre la objetividad e independencia del TSE. Porque, subyacen preguntas muy delicadas como, ¿quién o qué sector fue el que realmente logró que el TSE se retractara? ¿Quién o qué sector tiene influencia, control o suficiente poder para presionar efectivamente al TSE para corregir en el caso de Baldizón y mantenerse firme en el caso de Rodas? ¿A qué sector, por obviamente no ser directamente el TSE, conviene mantener fuera a Rodas y a Baldizón, por razones sustancialmente distintas? Independientemente de la posición o la perspectiva desde donde se vea, esto hiere irremediablemente la confianza que la ciudadanía pueda tener en el TSE actual, y alimenta, con justificada razón, la apatía y el convencimiento de que no vale la pena participar en un proceso electoral tan viciado e ilegítimo.
Quién esté detrás de todo esto, seguramente no ha medido ni calculado bien las consecuencias de usar como juguetes al TSE y el proceso electoral. Las pocas mediciones que se han realizado muestran ya las fracciones de masa respondiendo al clientelismo y el populismo de siempre, hoy encarnado en las dos candidatas que encabezan esas encuestas de intención de voto, vivo reflejo de todo lo que sabemos que vulnera la incipiente y, me temo, moribunda democracia guatemalteca. Pero mucho más que la intención por votar por esas dos candidatas, incluso estas tempranas mediciones ya evidencian que la tendencia mayoritaria es el rechazo, que seguramente se expresarán en abstención masiva, más que votos nulos.
Y entonces, cual espada de Damocles, cabe preguntar, ¿se puede rescatar el proceso electoral? ¿Podrá revertirse la realidad de que la mayoría ya no confía en el proceso, ni en el TSE? ¿Estamos condenados a otro régimen corrupto en los tres poderes del Estado?
Ricardo Barrientos es especialista en temas de política fiscal. Fungió como viceministro de Finanzas Públicas de Guatemala de 2009 a 2010. Durante el período 1994-2005 se desempeñó como director y asesor técnico en la Dirección de Análisis y Evaluación Fiscal de ese mismo ministerio. Como consultor independiente ha realizado trabajos de investigación sobre política fiscal, así como sobre evaluación y seguimiento de políticas públicas. Ha publicado trabajos sobre política tributaria y análisis de la evasión tributaria en Guatemala. Fue consultor independiente para el Grupo Promotor del Diálogo para el Pacto Fiscal, responsable de cubrir el área de tributación indirecta. Realizó estudios de doctorado en Matemática en la Universidad de Barcelona, España (2005-2006). Tiene un Certificado en Tributación Internacional de la Universidad de Harvard, Estados Unidos (2000). Es matemático en el grado de licenciado por la Universidad del Valle de Guatemala (1995).
Ricardo Barrientos es especialista en temas de política fiscal. Fungió como viceministro de Finanzas Públicas de Guatemala de 2009 a 2010. Durante el período 1994-2005 se desempeñó como director y asesor técnico en la Dirección de Análisis y Evaluación Fiscal de ese mismo ministerio. Como consultor independiente ha realizado trabajos de investigación sobre política fiscal, así como sobre evaluación y seguimiento de políticas públicas. Ha publicado trabajos sobre política tributaria y análisis de la evasión tributaria en Guatemala. Fue consultor independiente para el Grupo Promotor del Diálogo para el Pacto Fiscal, responsable de cubrir el área de tributación indirecta. Realizó estudios de doctorado en Matemática en la Universidad de Barcelona, España (2005-2006). Tiene un Certificado en Tributación Internacional de la Universidad de Harvard, Estados Unidos (2000). Es matemático en el grado de licenciado por la Universidad del Valle de Guatemala (1995).
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