En cumplimiento de su mandato constitucional, la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH), verificó el caso. Según su titular, Jordán Rodas Andrade, la entidad concluyó que la noticia original era un bulo y se basaba en una imagen no actual.
Aún así, varios elementos se desprenden de esta situación. Más de la mitad de la niñez guatemalteca sufre desnutrición crónica, cuyo origen es la pobreza extrema que enfrentan millones de familias, especialmente familias de pueblos originarios. Guatemala sufre hambre. La niñez de esa población en condiciones de pobreza, está obligada a trabajar no porque sus padres les obliguen. En realidad quien les obliga es el sistema y quienes lo sostienen.
Por otro lado, está el uso masivo de la imagen. Un ejercicio que no se justifica ni con la intención de llamar a la conciencia sobre lo supuestamente acaecido. La propia Ley de Proteccion de la Niñez y la Adolescencia penaliza el uso de imágenes de niñas, niños o adolescentes, sin la debida autorización. Pero, además, difundir una foto que mostraba el cuerpo inerte de ella, también le revictimiza y exacerba el morbo, no la conciencia. Si en efecto murió recientemente, si murió al inicio de la pandemia, si no murió y tan solo dormía por el cansancio, el abuso ha sido masivo y de la censura por ello nadie queda libre.
La indignación mostrada por el hecho es positiva y lo sería más si se refleja en acciones concretas que desactiven el sistema de hambre en que vivimos. Cada día que pasa, miles de familias se suman a la población empobrecida por las actuaciones ambiciosas y corruptas de quienes detentan el poder y sus patrocinadores.
[frasepzp1]
Guatemala había sido tierra fértil. El llamarse país de la eterna primavera no es un mote por gusto. Responde a la otrora vocación agrícola de buena parte del territorio. Vocación que fácilmente garantizaba que se produciría el alimento suficiente para todas y todos. Sin embargo, la alta concentración de la propiedad de la tierra en poca manos, así como el cada vez más amplio uso extensivo de la misma para monocultivo depredador, prácticamente ha eliminado esa posibilidad.
Hablar de un «corredor seco» que es también territorio de hambre y miseria, es hablar de la realidad que toca a una buena parte del territorio. En estos espacios no existen las condiciones mínimas de sobrevivencia, mucho menos para una vida digna. El hambre provocada por la mezquindad es tal que ha sido necesario que instancias como la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), ordenen al Estado de Guatemala que cumpla con su obligación de proveer alimento a niñas y niños. Sentencias que al no cumplirse han representado la muerte de las niñas y niños beneficiarios de las mismas.
Mientras en las entidades de estado como la Presidencia, el Congreso, la Corte Suprema de Justicia y el Ejército, entre otros, se despilfarran los magros recursos disponibles, la niñez y adolescencia es obligada a trabajar o a morir buscando sobrevivir. Un derroche que también abarca a la élite oligarca, aristócrata y empresarial, cuyo egoísmo no conoce límites ni se inmuta ante las trágicas consecuencias de su ambición.
Guatemala mata de hambre a su niñez, a la que también obliga a trabajar y aleja de la educación, la salud, el bienestar y el desarrollo. Las niñas y los niños mueren día con día, ante la mirada cínica de quienes han generado este estado de cosas y les roban el presente y el futuro.
Más de este autor