Continuamos sin aprender de nuestros errores e historia. El contexto se torna cada vez más peligroso, porque el régimen dictatorial y represivo de Bukele, por su aparente efectividad hasta ahora, se posiciona como el modelo a seguir.
Una sociedad aún traumatizada por la guerra civil y el genocidio, debe tener cuidado con la incitación y la apología a la violencia como solución social.
Hace unos días vi con horror un video de propaganda electoral que muestra a Sebastián Arzú, hijo de Roberto y nieto de Álvaro, del mismo apellido, haciendo alarde de su manejo de armas, como el medio para «devolverle la paz y l...
Una sociedad aún traumatizada por la guerra civil y el genocidio, debe tener cuidado con la incitación y la apología a la violencia como solución social.
Hace unos días vi con horror un video de propaganda electoral que muestra a Sebastián Arzú, hijo de Roberto y nieto de Álvaro, del mismo apellido, haciendo alarde de su manejo de armas, como el medio para «devolverle la paz y la seguridad a cada familia de nuestra ciudad». Sebastián Arzú se promociona como candidato a la alcaldía municipal de la ciudad capital, y su padre como candidato a la presidencia de la República.
En una sociedad democrática funcional, madura, y sobre todo sabia, luego de aprender de errores como una guerra civil de 36 años y un genocidio, semejante apología e incitación a la violencia sería drásticamente sancionada. Además de la aplicación de normas legales que prohíban esos actos, la autoridad electoral no permitiría que este tipo de personas aspiren a cargos de elección popular, ni tampoco la difusión de esa clase de propaganda.
Luego de una ronda de consultas con juristas muy respetables, mi horror aumenta porque, en mi mejor entender, la legislación vigente de Guatemala no incluye disposiciones para prohibir ese tipo de mensajes. En particular, la Ley Electoral y de Partidos Políticos no prohíbe la propaganda que incite a la violencia. Además, me explicaron, aparentemente la aplicación de la Ley de Armas y Municiones clasificaría las armas que el señor Arzú usa en el video como «deportivas», por lo que no aplicarían las normas que prohíben el uso particular de los otros tipos. Vaya estupidez.
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Me parece que estas deficiencias en el marco jurídico demuestran que la guatemalteca, en el mejor de los casos, es una sociedad democrática disfuncional, definitivamente inmadura e incapaz de aprender de sus errores. Prueba de ello es que el sueño añorado de demasiados muchachos es tener un arma de fuego y cada vez más chicas publican en las redes sociales fotografías y videos portando o usando armas de fuego, coqueteando, «porque estar armada es sexy».
Ahora bien, esta situación tan grave merece análisis serio, objetivo y prudente, toda vez median varias y diversas causas. ¿Esas muchachas y muchachos piensan y actúan así porque sean malos por naturaleza, al estilo de los personajes de aquella película de 1994 dirigida por Oliver Stone, Natural born killers (asesinos por naturaleza)? No, por supuesto que no.
Pero, esta juventud ha nacido y crecido en una sociedad que prácticamente ha normalizado la violencia como medio para solucionar problemas, ante la ausencia de un Estado que administre e imparta justicia con prontitud y efectividad, y en la que cada quien tiene que ver cómo resuelve sus problemas y gana el más fuerte, o el más armado. Además, la influencia externa es muy grave, empezando con el culto estadounidense por las armas, y cuyo más evidente y claro resultado son las masacres en escuelas y otras tragedias.
Y mucho más cerca, el caso de cómo el gobierno de Nayib Bukele de El Salvador ha logrado desarticular a las pandillas, con un régimen de excepción violador de los derechos humanos y las garantías constitucionales básicas. El precio de la tranquilidad de la mayoría de la ciudadanía salvadoreña está siendo un régimen casi dictatorial y miles de inocentes encarcelados, sin oportunidad de defenderse diferenciándose de los pandilleros criminales, con quienes comparten cárcel, y ya muchos han muerto.
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