Durante la vergonzosa conferencia de prensa de ayer, Otto Pérez Molina desafió a la ciudadanía que primero lo eligió y ahora le exige renunciar. En su retahíla de excusas, lo único que logró es demostrar que está atendiendo exclusivamente a sus intereses: se atrinchera en el cargo y abusa del antejuicio para evitar la persecución penal. Evidenció menosprecio profundo por lo que dice el artículo 182 de la Constitución, ya que, para cuidarse él, se pasa por el arco del triunfo eso de representar la unidad nacional y velar por los intereses de toda la población.
La actitud de Manuel Baldizón y su partido Líder, que hasta hace unas semanas encabezaba las encuestas de intención de voto, tampoco anda muy lejos de la de Pérez Molina. Su menosprecio por las leyes, la probidad y la honorabilidad está demostrado por sus tácticas mañosas en el Congreso de la República, en los medios de comunicación y en los tribunales. Con descaro se burla del TSE y de los electores al hacer caso omiso de la prohibición de hacer propaganda luego de que excedió el techo de financiamiento de campaña. Asimismo, recurre a trampas y fraudes descarados, como el de hacer propaganda por medio de su partido satélite CNN.
Tan profusos de acusaciones y antejuicios son el gobierno de Pérez Molina y el PP como los colaboradores más cercanos de Baldizón y el partido Líder. De la misma forma se burlan de las leyes y ostentan sus cuotas de impunidad y poder ilegítimo. Quizá la diferencia sea que Pérez Molina está ya en la desgracia y es percibido como el presidente más corrupto de la historia reciente, en tanto que Baldizón ni siquiera ha empezado su orgía de corrupción e impunidad.
Pero supongamos que la ciudadanía no se traga eso de que le toca a Baldizón. Supongamos también que quienes tienen más necesidad fueron al mitin de Líder y recibieron la bolsa de alimentos o lo que fuera (digamos que hasta se ganaron una motocicleta, entre otros regalos rifados), pero de igual forma no votarán por alguien que saben que no ha sido honesto para conseguir los regalitos. Entonces, si las encuestas son veraces y serias, posiblemente le tocaría a Jimmy Morales, del FCN-Nación, o a Sandra Torres, de la UNE.
En el caso de Morales, la ciudadanía no termina de tragarse la píldora del excomediante, quien con indudables habilidades de oratoria apuesta a convencer sin estructura ni propuesta, pero, eso sí, con un meteórico apoyo de financistas y medios de comunicación. Sin embargo, la madurez y la prudencia recalcan que mucho discursito fácil, mucha sonrisa y mucho eslogan, pero sin propuesta, son un cascarón vacío sobre el cual avanza Morales, lo cual es un riesgo enorme de estar peligrosamente cerca de la demagogia, a lo cual se suma el agravante de un desconocimiento profundo del funcionamiento y la realidad del aparato estatal.
Para Torres es el momento de la verdad, ya que, por un lado, la UNE sí tiene estructura, pero carece del enorme financiamiento con que cuenta Líder y, ante el apoyo fresco y pujante que goza Morales, luce estancada. Quizá Torres y la UNE arrastran demasiados lastres, pero, de nuevo, si las encuestas son veraces y serias, ciertamente tienen un caudal político de voto duro, pero que no logra convencer mucho más.
Así, la recta final hacia los comicios generales encuentra a una ciudadanía que ha despertado y que por fin está activa, pero sin muchas opciones para canalizar ese caudal de energía, lo que deja un panorama más bien incierto y confuso.
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