Intentaron anular el balotaje presidencial, y no pudieron. Nos toca a quienes no estamos forzados a salir al exilio a defender la democracia y la decencia. Depende de todas y todos votar este 20 de agosto y arrancarle el poder a la mafia.
Estoy plenamente convencido de la inocencia de Juan Alberto Fuentes Knight, y creo que Guatemala entera pierde con el exilio al que hoy se ve forzado.
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Estoy plenamente convencido de la inocencia de Juan Alberto Fuentes Knight, y creo que Guatemala entera pierde con el exilio al que hoy se ve forzado.
Con dolor y pesar debo reconocer que el comunicado que Fuentes Knight publicó el jueves de la semana pasada no me sorprendió, pues, por desgracia, es una medida extrema que varias personas están adoptando. Él decidió publicar su decisión con este comunicado, pero ya son cientos de guatemaltecas y guatemaltecos dignos y honestos quienes están exiliándose ante la amenaza de que la ola criminal de persecución penal espuria los alcance, porque ya ha encarcelado injustamente a jueces, fiscales, periodistas, activistas sociales, y luego del resultado electoral del 25 junio, se está persiguiendo a exintegrantes y miembros actuales del partido Movimiento Semilla y a funcionarios del Tribunal Supremo Electoral (TSE).
No tiene sentido que más personas honestas y valiosas sean encarceladas por Consuelo Porras, fiscal General y jefa del Ministerio Público (MP), Rafael Curruchiche y Cinthia Monterroso, de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad (FECI), y Fredy Orellana, juez séptimo penal. Estos criminales son los sicarios más visibles de un grupo reducido y desesperado de fascistas, encabezados por la Fundación Contra el Terrorismo, anticomunistas trasnochados, líderes fanáticos de «iglesias» neopentecostales, exmilitares, entre otros pocos.
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Por la amistad y el aprecio que le tengo, no puedo sino expresar públicamente y a título personal mi solidaridad con Juan Alberto Fuentes Knight, así como el deseo que pronto pueda retornar, sano, salvo y con pleno respeto a sus derechos e integridad. Pero, el hecho que él también haya tenido que salir al exilio por la barbarie antidemocrática y represiva que está golpeando a Guatemala, esta manifestación es enérgicamente extensiva a todas y todos los que, como Juan Alberto, están saliendo de Guatemala para resguardar su vida, su libertad e integridad. Anhelo que, pronto, todas estas personas puedan regresar a una Guatemala que ha logrado superar la pesadilla actual, y en la que, por lo menos, pare el deterioro y dé los primeros pasos para encaminarse en una senda de desarrollo democrático más justo y equitativo.
Cuando gente como Juan Alberto y el resto de personas que están saliendo al exilio ya no pueden confiar en el sistema de justicia, defenderse y probar su inocencia, es un signo inequívoco y certero de que el país está en la ruta de la dictadura. La situación es muy complicada, porque no es el único caso en Centroamérica, con ejemplos gravísimos en Nicaragua y El Salvador. Pero de ninguna manera se justifica que, porque los regímenes en los países vecinos están sufriendo dictaduras o están cayendo de manera acelerada en una, la sociedad guatemalteca y la comunidad internacional permanezcan negligentes y pasivas ante el riesgo de que se desplome la incipiente y frágil democracia.
Sin embargo, por doloroso que es ver partir al exilio a amigos como Juan Alberto Fuentes, y muchas otras personas queridas y apreciadas, no es el momento de perder la esperanza. La ferocidad de los ataques criminales que Orellana, Porras, Curruchiche, Monterroso y el resto de su gavilla están perpetrando, solo confirman su muy evidente temor a la posibilidad muy real de perder su cuota pírrica y temporal de poder. Que su aquelarre corrupto y su orgía de poder ilícito puedan estar terminando muy pronto.
El hecho es que intentaron anular el balotaje presidencial, y no pudieron. Nos toca, a quienes no estamos forzados a salir al exilio, defender la democracia y la decencia. Depende de todas y todos votar este 20 de agosto y arrancarle el poder a la mafia. Es momento de valentía.
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