Queremos en el plano individual empezar, continuar o finalizar algunos proyectos que se quedaron en el tintero en los últimos días del año pasado. Por ello, además de desearnos felicidad y solo lo bueno con quienes compartimos lo cotidiano es usual iniciar el año con un listado de nuestros propósitos.
Una de las primeras cuestiones que queremos en nuestras vidas es, sin duda, la abundancia. De hecho, en las redes sociales se promociona cómo alcanzarla en sus múltiples facetas. La mayoría la relaciona sobre todo con el aspecto económico, el dinero, la adquisición de bienes. Esta es, sin duda, una parte, pero no la más ni la única importante. ¿Por qué?, en principio porque si no se es una persona saludable, por mencionar solo un aspecto, incluso aunque se posea mucho dinero, difícilmente se puede ser feliz y sentir que se vive con plenitud.
Por ello, contar con una buena salud es primordial para realizar aquello que nos proponemos. La salud, no obstante, es la compaginación de diversas circunstancias tanto internas como externas. Tiene que ver aquí el cuidado mínimo del cuerpo, que comprende aspectos sobre cómo manejar el estrés, dormir lo suficiente, comer de forma sana, las creencias que tenemos con respecto a la enfermedad, cómo nos hidratamos, cómo nos mantenemos activos. Si uno de estos elementos no funciona a cabalidad, el cuerpo lo resiente y pronto surgen algunos males muchas veces difíciles de sanar.
Asimismo, mantener el equilibrio en el aspecto emocional es fundamental, sobre todo cuando se trata de conservar la calma en las relaciones laborales, familiares, amistosas. Quien se deja dominar por sus emociones y se controla poco puede involucrarse con mayor facilidad en relaciones tóxicas, violentas o en accidentes evitables.
El nuevo año también está lleno de buenos propósitos: mejorar habilidades, estudiar alguna carrera, aumentar los ingresos, encontrar algún nuevo entretenimiento o incluso una pareja. Depende de los intereses de cada uno. Se cumplan o no, estos deseos son el motor que hacen que nos levantemos cada mañana con ánimo para seguir adelante.
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Los buenos deseos se extienden, por supuesto, a la comunidad. Aquello que se conoce de diversas formas, pero que puede resumirse como «el buen vivir», o sencillamente vivir bien, es fundamental para tener una vida plena. El proyecto individual, por muy certero y cabal que sea y se cumpla, se resquebraja, se quiebra o se mueve en el umbral de la más oscura incertidumbre si se desarrolla en un entorno hostil, poco amable y poco respetuoso de los derechos de los otros. Por ello, vale la pena recordar las palabras de la filósofa española Adela Cortina en su libro «¿Para qué sirve realmente…? La Ética», cita que incluso está en la portada: «Ninguna sociedad puede funcionar si sus miembros no mantienen una actitud ética. Ningún país puede salir de la crisis si las conductas inmorales de sus ciudadanos y políticos siguen proliferando con toda impunidad». Continúa, cuando habla del papel fundamental de la ética, que esta sirve, también «Para recordar que es más prudente cooperar que buscar el máximo beneficio individual, caiga quien caiga, buscar aliados más que enemigos. Y que esto vale para las personas, para las organizaciones, para los pueblos y los países. Que el apoyo mutuo es más inteligente que desalojar a los presuntos competidores en la lucha por la vida…» (p. 92).
En el orden de los buenos deseos estas palabras de Adela Cortina, entonces, son aplicables para los individuos y su comunidad, para los países en que viven, para el planeta. Este que, hoy por hoy, también está viviendo en distintos escenarios el horror de la guerra, de los desastres naturales causados por mano humana, de la violencia y la ambición desenfrenada.
Pese a todo, en los días iniciales de este 2024 vale apostar, al menos, por mantener en alto los buenos deseos de paz, armonía, salud, abundancia y amor.
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