Hoy, sin embargo, las redes sociales nos permiten seguir a creadores de contenido sobre diversos temas. Es así como llegué —o llegó a mí— una de las primeras publicaciones de Fabio Belnome (volatadipeluca en Instagram), quien, hace más de 70 días, emprendió la aventura de conducir un carro desde Barcelona hasta Japón. Lo está haciendo en un Fiat Marea de 1998 que le costó 900 euros, es decir, al cambio de esa semana, menos de ocho mil quetzales. Como etapa previa de aprendizaje, con este auto ya había recorrido de ida y vuelta el trayecto Barcelona-Noruega.
En este segundo viaje, Fabio Belnome ha subido contenido de sus actividades en el día a día. Su ser sincero y auténtico, su desenfado y cómo afronta las dificultades que se le presentan generan empatía. Seguir los avatares de su travesía, sus preocupaciones cotidianas —especialmente al cruzar la frontera entre un país y otro—, así como sus reflexiones sobre la soledad, la compañía y el equilibrio del ego, nos hace, por momentos, compartir estas cuestiones tan humanas como si fuésemos nosotros quienes las estuviéramos viviendo, pese a la distancia y a las diferencias culturales.
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Aunque he visto que mujeres viajan solas por el mundo bajo distintas modalidades, este viaje por carretera de Barcelona a Japón me ha llevado a preguntarme si, por ejemplo, una mujer podría llevarlo a cabo de la manera en que él lo ha hecho. Mi conclusión, me gustaría creer que está errada, es básicamente que no. En algunos países donde la religión está unida al Estado, considero que, si no es imposible, al menos sería mucho más difícil y altamente peligroso de lo que fue para él.
Ver el mundo a través de grabaciones inmediatas, libres de críticas y lo más imparciales posible, es un mérito de la manera en que se exponen los hechos. Es, por supuesto, la visión de un europeo con una mente amplia y una gran apertura para aceptar aquello que lo asombra y que, por ser diferente a su cultura, acepta como un espectador quien, a través del lente, comparte con otros espectadores, es decir, nosotros, los que estamos del otro lado de la cámara.
Este ha sido un viaje revelador en varios sentidos. Por un lado, la gastronomía cambia en cada región no solo en sabores y olores, imagino, sino en formas, colores, tamaños y presentación de los diversos platillos. Por otro, los precios del combustible (el carro usa diesel) y las regulaciones en cada país son también hechos interesantes.
Es obvio que cada espectador toma para sí lo que del viaje le conmueve. En mi caso, ver los sucios baños públicos en algunos países me ha recordado muchos de los de mi región. Además, vivimos con él la preocupante situación que se dio debido a una fuga de aceite del auto en un pequeño pueblo remoto de Rusia, que finalmente se solucionó. Aquí varios de los seguidores dieron su apoyo y procedimientos mecánicos sobre cómo podría reparar la pieza.
Otra situación compartida por Fabio ha sido su viaje de 15 días por Corea del Sur. Su trayecto por diversas ciudades es similar a ver un k-drama o un programa de variedades, pero sin retoques ni conflictos mayores. Las calles, los parques, las playas, los edificios, las personas, la comida aparecen en sus grabaciones tal como son. Incluso lo invitaron a dar una charla sobre su viaje en una universidad de Busan. Me sorprendió ver que la mayoría de los estudiantes no son delgados como las celebridades y los idols, sino personas con complexiones menos estilizadas.
Mucho que agradecer, que ver, que compartir y que aprender en estos viajes como el de Fabio Belnome. Así como este, son los viajes de la vida.
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