No me refiero a las obras del autor de Jinayá, Carazamba, Sangre y clorofila y otras que bien podrían clasificarse como textos que, más allá de su trama, abren camino en la literatura ecológica. Estoy argumentando de las selvas y los bosques que él conoció y cuya exuberancia lo impelieron a escribir su narrativa dentro de esos entornos. Pues, estimado lector, esos boscajes y esas arboledas desaparecieron no por ensalmo sino por ambición.
En Alta Verapaz sabemos a fuerza de costumbre que marzo y abril se constituyen en nuestros meses de verano, y, durante el mes de mayo sufrimos calores a causa de las rozas que provocan severos problemas respiratorios. Pero, la explotación desordenada de los bosques también nos está pasando factura. Y el cambio climático, –entiéndase como variación de las temperaturas y patrones climáticos a plazo prolongado–, nos está dando avisos de manera patética. Por ejemplo, el aparecimiento frecuente de serpientes barba amarilla (Bothrops asper) en los biomas de San Juan Chamelco, municipio de Alta Verapaz. Cierto es que los hábitats del género Bothrops van desde las costas hasta tierras altas, pero la cantidad de especímenes encontrados en los tres últimos años llama a la reflexión.
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No es un problema exclusivo de Guatemala. En una publicación de El País (23 de septiembre de 2023) Francisco Larach advirtió: «Con un contundente “la humanidad ha abierto las puertas del infierno”, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, alertó este miércoles de las consecuencias destructivas que están provocando los fenómenos meteorológicos extremos agravados por el calentamiento global. De esta manera, Guterres quiso hacer un llamamiento para evitar desastres climáticos en cascada como los que ha sufrido el planeta en los últimos meses»[1]. La publicación está acompañada de un video donde el periodista Manuel Planelles explica a qué se refería el señor Guterres en referencia a tres fenómenos sin precedentes: Fuegos descontrolados que calcinan millones de hectáreas, inundaciones catastróficas y temperaturas no vistas ni sentidas en los últimos 143 años[2].
Según los expertos, Guatemala está sufriendo una ola de calor intenso cuyos valores con relación a la temperatura ambiente son similares a las alzas de los años 1987, 1991, 1998 y 2010[3]. Este fenómeno ocurre en todo el Golfo de México, El Caribe y el Atlántico. Los datos numéricos de las alzas de temperatura oscilan entre 40 y 45 grados, aunque, en la aldea El Rancho, municipio de San Agustín Acasaguastlán, El Progreso, pude constatar 48 grados Celsius hace dos semanas.
Me parece irracional entonces cerrar los ojos ante estas terribles realidades, o, asumir esa condición de echar culpas –a las rozas de manera exclusiva, por ejemplo–, para mitigar nuestra culpa. Porque causas mayores las tenemos a ojos vistas. Baste viajar entre Chisec, Chahal y las tierras bajas de Petén para darse cuenta de que los monocultivos sustituyeron a los biomas que describe en casi todas sus obras Virgilio Rodríguez Macal.
No se trata de pelear con la explotación racional de los recursos naturales renovables. Es cuestión de batallar por el cuidado de nuestros bienes comunes que incluyen ríos, fuentes de agua, áreas de sustento y también de recreo.
No todo está perdido. Hay industrias exitosas cuya labor está bajo el cuidado de profesionales de la ingeniería forestal y la agroforestería. Estos cuidan desde la historia de las grandes comunidades ecológicas hasta las especies animales y vegetales que le dan una identidad al bioma. De eso se trata el uso racional de los recursos naturales para la preservación del bien común sin perjuicio de los ingresos de una empresa.
Los calores de verano no podemos evitarlos, son parte de nuestra existencia. Mas, los infiernos provocados amenazan la existencia de todos los géneros, incluidos nosotros, los humanos.
Nos falta sufrir dos o tres semanas más de temperaturas inaguantables, después, vendrá la temporada de lluvias y huracanes que inicia el 1 de junio y termina el 30 de noviembre de este año. La previsión de temporada no es halagüeña, revísela cuidadosamente en páginas indexadas y se percatará del monstruo que tenemos enfrente, conste, se trata de un monstruo creado por nosotros.
¿Podremos detener estos fenómenos en cascada? Yo creo que sí. «Ciencia y conciencia» puede ser una de las fórmulas para impedir que las manecillas del reloj del fin del mundo lleguen a la hora crítica.
[1] https://elpais.com/videos/2023-09-23/video-el-infierno-climatico-al-que-...
[2] https://elpais.com/videos/2023-09-23/video-el-infierno-climatico-al-que-...
[3] https://www.prensa-latina.cu/2024/05/07/ola-de-calor-afecta-guatemala-co...
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