Acudiendo a la Ley de poderes económicos en emergencias internacionales de Estados Unidos, también conocida como la International Emergency Economic Powers Act (IEEPA), el actual presidente Mr. Trump ha tomado medidas extraordinarias consistentes en la imposición de aranceles a sus principales socios comerciales: China continental, Canadá y México. Argumenta que tales países han venido causando la emergencia de la migración ilegal y la crisis de la droga sintética, principalmente conocida como el fentanilo.
Cabe indicar que dicha ley tiene ya su larga data (1977), y viene de un período de grandes riesgos internacionales, consistentes en amenazas a la seguridad interna de los Estados Unidos. Como es común en otros casos similares, permite el congelamiento de activos, la restricción de transacciones bancarias, el bloqueo del acceso a financiamiento multilateral, entre otras medidas. Su origen radica en la lucha contra las actividades terroristas dirigidas contra el territorio y los ciudadanos estadounidenses. Sin embargo, hasta hace poco, nadie habría imaginado que una legislación de este tipo afectaría a los dos países socios que, durante la consolidación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA, por sus siglas en inglés), se convertirían en el mercado integrado más grande y poderoso del mundo.
[frasepzp1]
La actual Casa Blanca ha fortalecido sus prácticas del primer período de gobierno Trump, y las nuevas amenazas de hoy están marcadas por la ola de migrantes y la drogadicción (que incluye las abundantes muertes causadas por el fentanilo). Y mientras la crisis continúe, el arma por utilizar ha sido la imposición de aranceles del 25 % a Canadá y México, y un 10 % a las importaciones provenientes de China continental. Mientras tanto, los recursos energéticos provenientes de Canadá tendrán una tarifa del 10 %.
Según la Casa Blanca, esta situación es consecuencia del contrabando de drogas, como el fentanilo, a través de redes ilícitas que han desencadenado una grave crisis de salud pública. Se argumenta que las autoridades chinas han sido incapaces de frenar el flujo de precursores químicos hacia los carteles, lo que ha incrementado, además, las transacciones de lavado de dinero. A esto se suma la acusación de que las organizaciones mexicanas de tráfico de drogas mantienen una alianza inaceptable con el gobierno mexicano, lo que agrava aún más la crisis en Estados Unidos. Por si fuera poco, Canadá es señalado por permitir la operación de laboratorios de fentanilo gestionados por los carteles mexicanos.
Seguidamente, se analiza el déficit comercial con dichos países,a quienes parece que los aranceles se utilizan como un castigo por su aprovechamiento del libre comercio. Y, según este escribiente, también por el traslado de compañías y conocimiento tecnológico a tales países. Entonces, el castigo claro: la imposición de aranceles, como se evidenció la semana pasada en su trato con el presidente Petro de Colombia, donde bastó con la amenaza de este instrumento de política económica para lograr resultados.
Tal y como lo afirma Alan Wolfe en su interesante libro Los límites de la legitimidad: las contradicciones políticas del capitalismo contemporáneo las tarifas y los aranceles no son solo un asunto de política económica. Durante la segunda mitad del siglo XIX la política de tarifas altas era una posición republicana vinculada con el ala más conservadora del partido. Tradicionalmente, los comerciantes sostenían que las tarifas eran necesarias para proteger las industrias recién nacidas, aun cuando a fines de siglo ese argumento ya no tenía asidero.
En las elecciones de 1892, según Wolfe, la controversia entre demócratas y republicanos era la de mantener altas tarifas o bajarlas. En ese año triunfó la facción demócrata. Sin embargo, las tarifas altas persistieron, y aquellos que se oponían a la intervención estatal en el ámbito laboral y salarial, recurrían a ellas, a pesar de su supuesto liberalismo, cuando se trataba de proteger la industria.
Cabe mencionar que el nuevo espíritu de actos de emergencia presidencial, emitidos a partir de la era Carter, tuvieron que ver con la crisis de rehenes en Irán. Utilizaron la ley de emergencia para bloquear activos de gobiernos extranjeros enemigos de los Estados Unidos de América. Luego, en 1988, diversas enmiendas, restringieron la autoridad presidencial para regular o prohibir la importación o exportación de medios impresos, auditivos y demás para que cualquier ciudadano reciba información, independientemente del origen del país. Y durante la crisis denominada como 9/11, ataque a las Torres gemelas de Nueva York, el presidente Bush utilizó el amparo de dicha ley para congelar activos de hombres y asociaciones terroristas.
Finalmente, en su primer período, Mr. Trump comenzó a utilizar ese cuerpo legislativo en contra de México y China, mediante la amenaza de altas tarifas arancelarias. Hoy, simplemente, el mandatario fortalece su poder.
Vemos entonces que el uso del arancel como arma de persuasión es todo un instrumento político de la era Trump. En la historia de la política económica no queda muy claro si un arancel proteccionista es también un arma para combatir el contrabando. En este caso, de un producto cuyo decomiso ocurre en los principales puertos del país, y ha llegado a convertirse en una necesidad vital de miles de jóvenes en ciudades como San Francisco, Filadelfia y otras. Y que además resulta muy permisivo en el ambiente de la salud, cuando es común y usual recetar opioides y medicamentos de alto espectro, que producen efectos estimulantes o inhibidores.
Pareciera ser que, en su faceta económica —y así lo dicen renombrados economistas norteamericanos—, la medida puede tener otras consecuencias, como es el caso de un alza de precios de productos que seguirán entrando, dado su poder de mercado, pero hoy con una tarifa más alta, de hasta un 25 %. ¡Ya lo veremos!
Más de este autor