Cinco días antes de escribir este artículo nos encontramos en Cobán con el sacerdote Christoph Peter Gempp, director de la Fundación Fray Domingo de Vico, en Cahabón, Alta Verapaz, y me dijo textualmente: «Aquí, siento mucho alivio al respirar. En Cahabón todo se quemó. Las plantas, el cardamomo, las siembras, todo se quemó. Estamos esperando lo peor. No hay verde, todo está de color café».
Cuando expresó «todo se quemó» no se refería solo a los incendios forestales, sino al efecto de la radiación solar, la falta de lluvias y el calor consecuente sobre los biomas. Definitivamente, la secuela será la hambruna.
En la página de la Fundación Fray Domingo de Vico se lee: «Somos una comunidad educativa que entiende a la persona como un ser integral. Nos basamos en los valores humanos y espirituales de la cultura Maya-Q’eqchi’ para formar personas conscientes de sus raíces y de su responsabilidad con su entorno»[1]. La Fundación está situada en el Barrio San Pedro, de Santa María Cahabón, en Alta Verapaz, si hay personas allá que saben, manejan y respetan su entorno son precisamente ellos, los dirigentes, alumnos y docentes de la institución. Es decir, saben de qué están hablando y de la gravedad de aquello que nos espera.
Para nosotros los altaverapacenses, habitantes de la Franja Transversal del Norte, de las tierras bajas de Petén y del norte de aquel departamento, la última semana de mayo y la primera de junio constituyen el lapso de inicio de los grandes aguaceros. Tiene diferentes nombres en orden a los territorios según sean q’eqchís, mopanes, itzaes o maya yucatecos. También es cuando se espera, por tradición oral y el estudio del tiempo desde la perspectiva de las cosmovisiones, la temporada de huracanes. Esta vez (junio 2024), todos coincidimos en adjetivar como insólito el fenómeno climático que estamos viviendo.
[frasepzp1]
No podemos cerrar los ojos. Estamos conscientes de que puede tratarse de una fluctuación periódica (información tenemos de ello por tradición oral), también de que estamos ante un evento que no es solo local (México y El Caribe lo están sufriendo), de que algunas prácticas como las rozas no son las mejores para nuestro entorno, sí… Pero no podemos negar que las grandes plantaciones de monocultivos han hecho lo suyo y en nombre del progreso y la civilización (¿para quién?) se ha manipulado incluso hasta las cuencas de muchos ríos. Es decir, el cambio climático en nuestro territorio –como en otras partes del mundo–, no está proviniendo de un ciclo climático como los reseñados por Gerard C. Bond del Lamont-Doherty Earth Observatory de la Universidad de Columbia[2], sino acontece también a causa de nuestras malas prácticas en la relación con nuestro entorno, nuestra indolencia y la procrastinación de aquellas posturas que debemos asumir para cuidar los bienes comunes de nuestra casa (el planeta Tierra).
En marzo del año 2023 el papa Francisco proclamó un mensaje durante la Cumbre sobre Colonialismo, Descolonización y Neocolonialismo, que se realizó en El Vaticano. Esta cumbre fue organizada por el Comité Panamericano de Jueces y Juezas por los Derechos Sociales y Doctrina Franciscana (COPAJU), y la Pontificia Academia de Ciencias Sociales. Uno de los párrafos torales de su discurso dice: «[…] ninguna potencia –política, económica, ideológica– está legitimada para determinar de forma unilateral la identidad de una nación o grupo social. El sometimiento y la expoliación de los pueblos a través del uso de la fuerza o de la penetración cultural y política es un crimen. Configura un crimen porque no hay chances para la paz en un mundo que descarta poblaciones y oprime para saquear»[3].
Al leer este discurso del papa reflexioné, no sin angustia, acerca del sometimiento que se ha impuesto a muchos de nuestros pueblos para expoliar sus riquezas naturales en nombre del progreso y la civilización. Repito, ¿progreso para quién? Sin duda alguna, estas expoliaciones (que conllevan explotaciones humanas), mucho tienen que ver con el cambio climático.
Hoy es día 6 de junio de 2024 y de los grandes aguaceros ni señales. Espero que cuando se publique este artículo ya haya llegado una reminiscencia de ellos. Ni qué decir, preparémonos para la temporada de huracanes porque «Dios perdona siempre, los hombres a veces y la naturaleza nunca»[4].
Lo que venga, nos lo habremos ganado a pulso, por acción o por omisión.
Hasta la próxima semana, si Dios nos lo permite.
[1] https://www.facebook.com/FundacionFDVGT/
[2] https://es.wikipedia.org/wiki/Ciclos_clim%C3%A1ticos_de_1500_a%C3%B1os
[3] https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2023-04/justicia-social-cumbre-j...
[4] https://www.cope.es/religion/pensamiento/tiempo-de-caminar/noticias/dios...
Más de este autor