2. Ricardo Arjona. Recién en un vídeo que anda circulando por las redes el cantante está, por un lado, sorprendido porque los 15 conciertos proyectados para Guatemala entre el 31 de octubre y el 23 de noviembre de 2025 se vendieron en dos horas. Por otro, muestra su agradecimiento por el apoyo recibido, todo ello expresado en un lenguaje muy chapín. Reconozco que, aunque no soy fan de Arjona y no he asistido a ninguno de sus conciertos, a muchos guatemaltecos les gusta y se identifican con sus canciones. Asimismo, quizás es, si no el único, sí uno de los pocos artistas centroamericanos que ha logrado posicionarse, dentro de lo que ello significa en el capitalismo, con un éxito sin precedentes. Sobre todo, porque este lo ha sostenido por décadas.
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Me alegro por él y por sus seguidores, muchos de los cuales aún se lamentan porque no lograron comprar entradas para los conciertos. Ojalá que todos los que no las consiguieron puedan asistir por esas fechas o después a algún otro. La música, como sea, es una manera de liberar el estrés acumulado, de hacer catarsis y de generar endorfinas, esas hormonas de alegría y bienestar que tanta falta nos hacen.
3. Los abuelos. Por estos días se les dedicó un día. Quienes tuvimos el privilegio de contar al menos con uno que llenara los estereotipos de amorosa entrega nos sentimos felices y agradecidos. Por mi parte, los tuve completos y con extras. Recuerdo por estos días, sobre todo, a mamá Caro, quien, como el terremoto de 1976, este año cumple 49 de haberse convertido en luz de estrella. Los abuelos son los tesoros que sostienen, que dan continuidad, que permiten que los hijos avancen, trabajen, se realicen, salgan de casa y lleven a cabo actividades que por sí solos difícilmente podrían realizar.
4. Los psicólogos. Esta semana se celebró su día. En un país con tantos problemas sociales, políticos, económicos, culturales, de género, entre otros, como el nuestro, el papel de los psicólogos es fundamental e imprescindible. Sin embargo, todavía el Estado no ha generado una política pública eficiente y efectiva que resuelva (eso es pedir demasiado), o al menos alivie un poco esta situación. ¿Cómo? Básicamente con la creación de más centros especializados en salud mental gratuita para toda la población. Ello, es obvio, requeriría de un mayor número de profesionales en esta área, como mínimo. Hoy por hoy, no obstante, además de la escasez de centros especializados y gratuitos, la profesión de psicólogo sigue viéndose bajo el estigma mayoritario de la ignorancia. Aún hay quienes, me consta, consideran que asistir a una consulta para una terapia es «cosa de locos».
Hay otros temas de los que podríamos hablar, pero son de los que desgarran la ya frágil y desgastada piel, por lo que es mejor dejarlos reposar un rato en el limbo de la memoria.
En fin. Esperemos que el resto del mes de julio pase como un suspiro, es decir, sin mayor novedad.
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