Seguro han visto o leído que esta fecha se transformó en efeméride porque se recuerda un incendio en una fábrica de Nueva York (algunas publicaciones dicen que fue en 1857, en 1908, o en 1911). No hay evidencia alguna de un siniestro como el que se describe en 1908 y el de 1911 sí sucedió, fallecieron cerca de 150 trabajadoras, la mayoría de ellas inmigrantes jóvenes, pero fue un 29 de marzo. Y para ese año ya estaba definida la fecha reivindicativa.
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Hace 117 años, el 3 de mayo de 1908 se celebró en Chicago, Illinois, el primer Woman’s day convocado por las mujeres del Partido Socialista de Estados Unidos. Participaron 1.500 obreras que denunciaron la explotación, y reivindicaron la igualdad económica y política de las mujeres trabajadoras. No es extraño que esto sucediera ya que en los primeros años del siglo XX las luchas por los derechos de las mujeres trabajadoras estaban a la orden del día, de la misma forma que la reivindicación por el derecho al voto que se sostenía desde 1848 sin éxito. Eran tiempos de demanda de igualdad y autonomía para las mujeres.
Un año después, el 28 de febrero de 1909, el Woman’s Day fue una actividad oficial del Partido Socialista realizada en Nueva York y organizada por el comité nacional de mujeres. En fechas siguientes se efectuó en otras ciudades del país. Para el de 1910, que se llevó a cabo el 27 de febrero, participaron alrededor de 3.000 obreras textiles militantes y no militantes. Pocos meses después se decidió que el Día de las Mujeres se internacionalizara.
Los días 26 y 27 de agosto de 1910 en Copenhague, Dinamarca, se desarrolló la segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas. Estaban presentes Clara Zetkin, Rosa Luxemburgo y Alexandra Kollontai, entre muchas otras. En ese marco, las delegadas del Partido Socialista de Estados Unidos presentaron la moción para establecer un día internacional de la mujer. Clara Zetkin apoyó la propuesta e incidió para que se lograra. En su proclamación planteó que «para impulsar la emancipación política de la mujer es deber de las mujeres socialistas de todos los países, agitar infatigablemente entre las masas trabajadoras (...) ilustrarlas con discursos y literatura sobre la necesidad social y la importancia de la emancipación política del sexo femenino y aprovechar, por tanto, toda oportunidad de hacerlo… El Día de la Mujer debe tener un carácter internacional y debe ser preparado cuidadosamente». Se acordó, además, que cada país definiría una fecha para realizar estas actividades.
Luego de la decisión en Dinamarca, el día se conmemoró en varios países, y fue hasta 1921 que en la Conferencia de las Mujeres Comunistas de Moscú se adoptó el 8 de marzo como fecha unificada del Día Internacional de las mujeres obreras. En los años 70 la efeméride se institucionalizó. En el año 1975, la Organización de las Naciones Unidas declaró la Década de la Mujer (1975 a 1985) y reconoció el 8 de marzo como fecha para el día de las mujeres. En 1977, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) lo reconoció oficialmente.
Mucha de esta información y datos fue investigada por más de diez años por la canadiense Renée Côte, quien en 1984 publicó un libro titulado «El Día Internacional de la Mujer. Los verdaderos hechos y fechas de los misteriosos orígenes del 8 de marzo, hasta hoy confusos, maquilados y olvidados». Sin embargo, sus hallazgos se perdieron en los oscuros anaqueles de la historia y se ha sostenido hasta la actualidad una narrativa que invisibiliza el rol de las socialistas en los orígenes de esta fecha.
Por eso hay que seguirlo diciendo, para recuperar del olvido la tradición de lucha. La fecha se la debemos reconocer a ellas, recuerda la acción política de mujeres valientes y aguerridas que reclamaban su ciudadanía plena, sus derechos como trabajadoras y el reconocimiento de su opresión específica.
Y entonces ¿por qué se sigue repitiendo la leyenda de las mujeres víctimas? ¿Por qué enfatizar el martirologio? Porque para el sistema patriarcal es mejor seguir «vendiendo» y reforzando el mito de las mujeres como víctimas perpetuas y no como luchadoras. Y como si con esto no alcanzara, en los últimos años lo han transformado en un día para vender, para «celebrar» a la mujer tradicional, regalar flores y decorar de rosado las vidrieras.
No se trata de víctimas o de celebraciones, el 8M es un día para denunciar, visibilizar demandas y poner en evidencia que las mujeres somos sujetas de derechos.
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