El primero está dirigido a jefes ediles del norte del país, principalmente a quienes lideran sus comunidades en Alta Verapaz, Quiché, Izabal y tierras bajas de Petén. Concierne a un recordatorio de la desaparición temporal de un pueblo situado en el municipio de San Pedro Carchá, departamento de Alta Verapaz, en la república de Guatemala. Se trata de la enorme aldea Campur que durante el paso de las tormentas Eta y Iota quedó sumergida debajo de 70 metros de agua tomando como nivel cero el parque central de la localidad. Se trató de un suceso nunca antes documentado en Mesoamérica, ni por datos históricos comprobados ni por tradición oral de los pueblos q’eqchi’.
De esa cuenta, el 6 de junio del año 2021 previne en un artículo llamado Alcaldes, acuérdense de los siguanes: «Pasadas las consecuencias del impacto de ambas tormentas, los geólogos consultados y los conocedores de nuestra tradición oral coincidieron en que un colapso de las dolinas (siguanes) pudo haber sido la causa de que las aguas alcanzaran alturas inconcebibles y no bajaran de nivel en el tiempo esperado. Y muchos pobladores afectados se dieron a la tarea de explorar esos agujeros. No fue poca la sorpresa cuando nos dimos cuenta de que dentro de los siguanes había basura, colchones, muebles, ropa, zapatos y, en un caso extremo, hasta un televisor. Es decir, los siguanes, ligados en la cosmovisión maya q’eqchi’ al concepto del tzuul taq’a (el cerro-valle), habían sido convertidos en botaderos no solo de basura, sino también de enseres inservibles»[1].
Hoy, hay nuevos alcaldes. Me pregunto si estarán ellos y sus comunas preparados para hacerle frente a la temporada de huracanes que se nos viene encima. Y quienes continuaron otro periodo, si hicieron lo pertinente para prevenirla, porque como referí el 9 de octubre del 2015: «Guatemala no aprende de sus desastres»[2].
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El segundo mensaje es atinente al uso de los parques. Quiero recordarles que son áreas urbanas de recreo (no siempre apreciadas como tales). Juegan un papel muy importante en el bienestar emocional y físico de las personas, aparte de proveer un entorno de comercio a pequeña escala (cafeterías, venta de artesanías, áreas de información, etcétera). Pero en el ahora de nuestros pueblos, muchos parques están convertidos en un apiñamiento de champas cuyo techo y paredes son de nailon, sin servicios básicos como agua potable ni baños. Champas utilizadas para venta de comida, ropa, bisutería y otros enseres que no solo compiten deslealmente con los negocios de los alrededores –que sí están declarados y tributan como tales– sino invisibilizan incluso, la historia de los pueblos. Por entendido se da que muchas personas necesitan espacios públicos para desarrollar sus actividades comerciales, mas, tarea de las municipalidades es proveérselos sin perjuicio de las áreas que sirven para el ocio sano y el esparcimiento de la población. Además, no pocos son aquellos que guardan toda una historia expresada en su simbología, su arquitectura, sus monumentos y sus estatuas que se difuminan entre el apelotonamiento de este tipo de negocios que, con la misma facilidad que amanecen, se esfuman por las tardes o por las noches dejando una cauda de basura y desechos que las mismas municipalidades tienen que recoger a muy temprana hora del siguiente día.
Recuerden señores alcaldes: una importante fuente de ingresos para las comunas es el turismo, y esos apiñamientos alejan a los turistas porque hasta el espacio para presentaciones culturales como cuadros de costumbres, bailes tradicionales, conciertos y otras expresiones artísticas se pierde entre tanto desorden.
El tercero es con relación a la preservación de las áreas verdes. Comprendo a cabalidad que los biomas –como todos los seres vivos– nacen, crecen, se reproducen y mueren. Los hay nuevos y los hay envejecidos. A estos últimos es necesario tratarlos científicamente para su resguardo. Lo que no se vale es autorizar talas rasas en orden al avance no de la frontera agrícola, sino de la frontera de cemento (obra gris). Las grandes ciudades (verbigracia la ciudad capital de Guatemala) están teniendo problemas de aireación porque, entre otras causas, sus áreas verdes han desaparecido.
¿Es mucho pedirles? Creo que no. Piensen en sus hijos y nietos a 15 o 20 años plazo.
[1] https://www.plazapublica.com.gt/content/alcaldes-acuerdense-de-los-siguanes
[2] https://www.plazapublica.com.gt/content/guatemala-no-aprende-de-sus-desa...
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