Una voz fundacional del periodismo, y que posiblemente a estas alturas ya esté perdida en el abandono de los archivos sonoros, es la de Luz Valle (1896-1971). Ella no solamente publicó artículos en periódicos y revistas –como la revista Vida, El Espiral, Diario de Centroamérica y El Imparcial– sino, además, fundó la revista Nosotras (1932-1942), enfocada en un público femenino, y dirigió el programa de radio «La voz del hogar» en la Radio Nacional TGW. Según escasas referencias en El Imparcial este programa se transmitió antes de la Revolución de 1944, y en él participaron las mujeres que habían colaborado con la revista Nosotras. El pseudónimo que utilizó Luz Valle en ocasiones fue Aurora Boreal, que alude a las ondas luminosas que se observan en las regiones polares. He pensado que ese pseudónimo sintetiza el movimiento de Luz Valle a través de distintas superficies mediales y sus palabras que irradiaron luz para las mujeres que vivían en una modernidad que seguía siendo patriarcal y autoritaria.
El tono de la voz constituye uno de los signos del teatro y, por lo tanto, no es casual el tránsito entre arte dramático y radiodifusión. Las tonalidades al pronunciar las palabras, según situaciones y afectos, las aprendió Marina Coronado en el Radio Teatro Infantil a cargo de Martha Bolaños de Prado. Después vendría para Coronado el teatro, las radionovelas y finalmente un programa emblemático llamado «El club de la olla y del sartén». Como sostiene Marina Coronado en una entrevista, la dimensión puramente de escucha fue superada en las transmisiones del programa, pues se construyeron redes horizontales de mujeres en búsqueda de una profesionalización: «Llegamos a aglutinar más de 350 mil mujeres a nivel nacional, a quienes les ofrecíamos capacitación». Formarse, salir del estricto mundo de ollas y sartenes, fue un poder de este programa.
Ya no en el territorio guatemalteco, pero cercano a ella, Alaíde Foppa funda «Foro de la Mujer» en 1972, que consistía en un programa transmitido semanalmente en Radio Unam. Desde la amplia cultura de Alaíde, su rigurosidad y búsquedas de un feminismo latinoamericano, este programa abordó diversidad de temas y acogió a intelectuales, activistas y pensadoras que dialogaron sobre desigualdad, vidas cotidianas, violencia contra las mujeres y aquella que paulatinamente iba apropiándose del territorio guatemalteco al final de los años setenta. La desaparición forzada de Alaíde Foppa en 1980 cierra la primera etapa de «Foro de la Mujer». En mis oídos se quedan dos impresiones: variaciones de música clásica o instrumental, que servían de introducción, y una voz que conjugaba vocalización ejemplar y serenidad.
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Ya en los horizontes presentes, desde la sede de la Radio de la Universidad de San Carlos, en el Paraninfo Universitario, Ana Silvia Monzón coordina y dirige desde 1993 el programa radial que se denomina precisamente «Voces de Mujeres». Convencida de la importancia de emplear los medios de comunicación para problematizar imágenes y mitos tradicionales sobre las mujeres, Ana Silvia ha creado un espacio de conversación en donde se combinan análisis sociales y políticos, literatura, testimonios y saberes comunitarios y académicos.
El futuro se abre a las nuevas tecnologías y también a nuevas generaciones. A ella pertenece Elsa Amanda Chiquitó, quien desde adolescente ha trabajado en las radios comunitarias, las cuales han cumplido un papel fundamental de información local, como también en la preservación de la memoria cultural de los pueblos indígenas, incluida la lengua. Porque la voz humana es depositaria de pasado y presente, referencia de espacios y culturas. A través de la radio, como hoy en los pódcast, esa voz nos invita a responder desde los afectos y memorias que despierta.
El 13 de febrero es el día mundial de la radio, un día para hacer presentes las voces de las mujeres, sus anhelos y luchas por la libertad, como también las vocalizaciones de sus palabras a través de frecuencias y dispositivos que a muchos nos hacen más leve y más combativa la vida.
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