En las civilizaciones antiguas, las paredes también fueron lienzos donde se plasmó la narrativa de los pueblos. Los vestigios aún conservados de las culturas mexica, azteca, inca y otras dan cuenta de ello. En el Renacimiento, con el esplendor del arte financiado por la Iglesia, se producen obras murales como la capilla Sixtina, entre otras. En el continente americano, el siglo pasado, los muralistas mexicanos hacen del arte mural un patrimonio para la humanidad. Entre tanto, hoy el grafitismo y el pixelismo son una nueva manifestación de esta expresión.
En la década de los 70, los edificios de la Universidad de San Carlos fueron el lienzo gigante sobre el que se plasmó el pensamiento social de la época. Esos murales, trabajados desde la conducción del maestro Arnoldo Ramírez Amaya, son testimonio vivo del pensamiento universitario del período.
Este mínimo repaso al desarrollo histórico del muralismo sale a colación por la manera colorida en que un sector de la población despidió las labores de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig). Como ha sido tradición a lo largo de la historia, la tarde del sábado 31 de agosto y durante casi siete horas, decenas de manos se turnaron para dejar un mensaje de gratitud y un llamado a la lucha por la justicia. En tanto expresión de un pensamiento concreto, también despertó opiniones adversas. Pese a ello y a que finalmente fue cubierto con pintura blanca, luego de que también hubiese sido vandalizado, el mural de la gratitud y de la dignidad se ha vuelto una imagen viral, difícil de desaparecer de la memoria colectiva.
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En el contenido de las figuras que lo conforman se resume el trabajo realizado por la Cicig a lo largo de los 12 años que duró su mandato. Entre otros elementos destaca que esta comisión, mediante prueba científica, logró que 1,540 personas fueran sindicadas en casos impulsados en conjunto con el Ministerio Público (MP). El resultado de esas investigaciones es que a julio de este año más de 660 personas estaban enfrentando proceso. De ellas, solo el 30 % guardaba prisión preventiva, en tanto el resto disfrutaba de medidas sustitutivas.
El ejercicio conjunto MP-Cicig permitió la identificación de más de 70 estructuras criminales de alta complejidad. De igual forma, se plantearon casi 100 solicitudes de antejuicio para igual número de funcionarios vinculados con acciones delictivas. De acuerdo con el comunicado final de la Cicig, se trataba de «sujetos con gran potencial de daño social vinculados a estructuras criminales complejas con importante poder económico, político, mediático o su combinación». En su actuar conjunto, la Fiscalía Especial contra la Impunidad (FECI) y la Cicig alcanzaron una tasa de eficiencia en el trabajo —presentación de imputaciones y emisión de condenas— cercana al 85 %.
La comisión concluye que «los casos también han expuesto que grandes fortunas y empresas nacionales han construido su emporio sobre monopolios, sin prácticas reales de competencia de mercado, pudiendo contar con protección regulatoria, impositiva y política por sus relaciones, incluyendo el financiamiento electoral oculto, con los políticos de turno, meros instrumentos temporales del poder».
Es por ello que el agradecimiento ciudadano se plasma en un mural de vida efímera en las paredes, pero que desde su instalación perdura en el imaginario social, que lo ha hecho propio y lo ha llevado a diversos espacios. Las muestras de gratitud en número y dimensión superan la bárbara representación de tierra arrasada que protagonizaron quienes celebran el fin de la presencia de la Cicig en Guatemala y trabajan por el retorno del dominio de la impunidad y de la corrupción. Sin embargo, es más fuerte la gratitud a la Cicig y la afirmación de que «el pueblo no olvidará porque la justicia se queda», pues #JuntosLoHicimos.
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