Dentro del género hubo algunos intermedios, como El bueno, el malo y el feo, en cuyos escenarios se mezclaron la desdicha y el humor. Luego de Los cuatro del Ave María, la dupla Hill-Spencer se dedicó a los filmes de aventura y a rodajes con escenas inolvidablemente graciosas.
Algo similar está sucediendo con ciertos políticos en Guatemala. De la seriedad están pasando a lo dramático e inaudito para terminar en el vagón de la tragicomedia.
La semana recién concluida, el embajador estadounidense Todd Robinson tildó de idiotas a cuatro diputados del Congreso que supuestamente firmaron un contrato millonario con una empresa estadounidense para cabildear a fin de mejorar las relaciones con organismos estadounidenses. Diríase que el escenario anterior es el tablado de lo inaudito tanto por la inusual acometida del embajador como por la acción de los diputados, de quienes el periodista Luis Morales Chúa dice: «Y ahora que nadie los apoya, los cuatro diputados se han quedado solos, bajo la lluvia y sin paraguas. La Cancillería, por su parte, está promoviendo una demanda penal contra un exembajador guatemalteco que cabalga en la misma onda de los diputados».
Esta condición de llaneros solitarios, y ahora sin protección, los sitúa en la antesala de lo tragicómico.
Lo dramático (entre otras tarimas) es la vinculación del flamante exembajador (recién destituido) a esta versión guatemalteca de Los cuatro del Ave María. El nexo es la firma de un contrato similar con la misma empresa a la que se liaron los diputados. Supuestamente, el procedimiento no pasó por los canales oficiales.
Lo ridículo estriba en las contradicciones. Mientras uno de los firmantes asegura que rubricaron el convenio «para mejorar la situación de los migrantes guatemaltecos en Estados Unidos [y] buscar atraer proyectos de inversión y desarrollo para el país», otro «señaló que se había hecho la contratación porque las relaciones entre Guatemala y Estados Unidos, a su consideración, están “muy mal”, principalmente por acciones relacionadas con Robinson».
Y ahora, en el extremo de la chusca hilaridad, resulta que firmaron a ciegas y no quieren revelar el nombre de los financistas. Ajá. La cantidad a pagar no es poca. ¿Qué propósitos puede haber detrás de un arreglo de tamaña envergadura? Por favor, que no aduzcan el amor a la patria.
La pregunta del momento es cuál será la postura final de nuestro Gobierno en semejante entramado.
La cuestión nace porque el presidente del Congreso se está haciendo los quites en tan calcinante clavo, tres de Los cuatro del Ave María se devanan pidiendo la intervención de la Cancillería para exigir que el embajador Todd Robinson se disculpe y el exembajador guatemalteco (amigo de nuestro presidente viajero) está siendo investigado por abuso de autoridad y tráfico de influencias, entre otros ilícitos. En el entretanto, don Jimmy parece sumido en una terrible incertidumbre. Por esas razones reitero: ¿cuál será la postura final de nuestro Gobierno?.
Sin duda alguna estamos ante una crisis de Estado. En el artículo titulado El liderazgo que hace falta resumí: «Pocas personas asumen el liderazgo como una disposición a servir. La mayoría de los dirigentes sociales, políticos, empresariales y religiosos se lo arrogan a manera de torre de mando con el único propósito de someter y medrar. Quizá sea esa la causa (lo irrazonable) por la cual nuestros líderes carecen de las condiciones mínimas que debe tener toda persona que aspire a dirigir un conglomerado social: salud, capacidad y conocimiento».
Este cotejo en el que campea la irracionalidad, el de nuestra realidad con westerns tragicómicos al estilo de El bueno, el malo y el feo y Los cuatro del Ave María, lo demuestra fehacientemente.
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