Los resultados de la primera vuelta electoral nos tomaron a todos por sorpresa. No esperábamos que Bernardo Arévalo y Karin Herrera de Movimiento Semilla pasaran a la segunda vuelta y que no pasara alguno de los candidatos que en las encuestas se disputaban un segundo lugar (Edmond Mulet, Zury Ríos o Manuel Conde).
El tamal ya estaba hecho y los resultados parecían previsibles: una segunda vuelta entre dos representantes de lo mismo: políticos corruptos, asegurándose la continuidad del control del Estado, lo que les garantizaría enriquecimiento e impunidad por otros cuatro años. Nada nuevo bajo el sol… aunque irritase.
La sorpresa fue tan grande que se alteró el campo político en el país. Por un lado, lo que hemos llamado el ‘pacto de corruptos’, una coalición de políticos, empresarios, funcionarios, narcotraficantes, etc., que han capturado al Estado y que actúan con la garantía de impunidad, resultado del control de las instituciones de justicia (tribunales y el MP), han tratado de impedir la consolidación de resultados.
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Hasta el momento no lo han conseguido. Pero eso no significa que no lo vayan a intentar de todas las formas posibles y, eventualmente, que lo logren y consumen lo que ya se ha calificado de un golpe de Estado. Seguramente están haciendo planes y cálculos del costo que esto les implicaría. Si tienen alguna garantía de lograr hacerlo, no les temblará el pulso para asegurar mantener el control. No creen en la legalidad, sino la usan, como lo demuestran insistentemente las acciones de Consuelo Porras y Rafael Curruchiche en el MP o diversas figuras del sistema de justicia, como el juez Fredy Orellana. Además de los ataques ideológicos que no tienen mayor sustento, pero que pueden influir en determinados sectores de la población.
Por el otro lado, sin embargo, la esperanza que se ha encarnado en las figuras de Bernardo Arévalo y Karin Herrera, así como las y los diputados electos del partido, han logrado aglutinar una adhesión importante. Si su base electoral parecía estar concentrada en lo urbano, las acciones en contra de ellos, pero más importante, las acciones en contra de esta frágil democracia que tenemos, han resultado una oposición al pacto de corruptos que no se veía desde el 2015.
Han suscitado el apoyo de actores del interior del país como las autoridades indígenas, pero también de sectores internacionales, incluyendo el poderoso Departamento de Estado de Estados Unidos. Hay manifestaciones multitudinarias de apoyo, acciones legales, comunicados y mensajes de redes sociales que muestran la fuerza que está generando Semilla.
Esta situación, inesperada e impensable hasta la primera vuelta, ha dejado a Sandra Torres como una figura irrelevante. En la segunda vuelta, que hemos de defender, es muy probable que de nuevo sea la candidata perdedora por un margen muy amplio. Sin embargo, en esta ocasión, por un partido que realmente resulta una alternativa y que podría, eventualmente y en el mejor de los casos posibles, lograr sanear las instituciones y buscar asegurar su independencia. Lo cual no es una revolución, pero es significativo e importante en estos momentos.
No será fácil, como ya lo hemos visto en estas semanas agitadas. Sin embargo, es posible. Requiere que defendamos la democracia. Que, como se advierte en estos momentos, no es una dádiva de los poderosos, sino una frágil conquista que se debe reafirmar frente a los intentos autoritarios de negarla.
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