Todos nos vamos por temporadas de ocho a diez semanas. En la aldea solo se quedan las mamás con hijos chiquitos. Nos vamos porque en Purulhá, aunque hay muchas fincas de café, no pagan bien.
A las siete mi mamá nos prepara un tambo de café. Lo endulza bien para que nos dé fuerza. Ella se levanta a las cinco para juntar el fuego. Antes encendía una candela. Ahora ya enciende el foco porque, con el dinero que nos ganamos, mi hermano y yo pagamos el alambre y mi papá puso luz en la cocina...
Todos nos vamos por temporadas de ocho a diez semanas. En la aldea solo se quedan las mamás con hijos chiquitos. Nos vamos porque en Purulhá, aunque hay muchas fincas de café, no pagan bien.
A las siete mi mamá nos prepara un tambo de café. Lo endulza bien para que nos dé fuerza. Ella se levanta a las cinco para juntar el fuego. Antes encendía una candela. Ahora ya enciende el foco porque, con el dinero que nos ganamos, mi hermano y yo pagamos el alambre y mi papá puso luz en la cocina. Nos da frijol para comer. Dice que comamos bien porque no sabemos a qué hora vamos a llegar. Nos hace tayuyos para el camino. Nosotros ya desde la noche anterior arreglamos las mochilas. Ya con lo que necesitamos, agarramos el maíz que vamos a llevar y nos alistamos para salir.
Creo que a mi mamá le da tristeza cuando nos vamos, pero sabe a qué vamos y que es porque nosotros queremos ayudar. No le da pena. O tal vez sí. Salimos para la ruta, cerramos las casas y nos vamos todos. Solo los chuchos llegan a encaminarnos. Me cuenta mi abuelo que hay gentes que llegan a trabajar de otros lados y que las llevan en camión, paradas. Nosotros tomamos una camioneta hasta el cruce del rancho y desde allí tomamos una camioneta para Esquipulas porque nos pagan el pasaje. El patrón viene a encontrarnos a Esquipulas. Allí nos compra comida, aunque nosotros traemos los tayuyos que nos hizo mi mamá. Salimos de Esquipulas a las tres para llegar a Honduras de aquí a las siete de la noche. A mi papá le gusta que vengamos a trabajar aquí porque sabe que el patrón del lugar adonde venimos es buena gente. Una vez que me enfermé me llevó a la enfermería y me compró mi medicina.
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Mi papá nos cuenta que él ha llegado a cortar café a las fincas en Purulhá, cerquita de la aldea, pero que trabajar allí no es lo mismo. Dice que no pagan bien y que el lugar que dan para dormir parece gallinero. A los niños casi ni les pagan, hay mucho zancudo y duermen en el suelo. En cambio, cuando nos vamos para Honduras, allá nos tratan bien. Nos pagan bien aunque seamos patojitos. La casa donde dormimos tiene paredes de bloc, agua, luz, y nos dan camas con colchón. Nuestra abuelita nos cocina la comida que nos da don Carlos, el patrón. Él nos regala fideos, y mi abuelita los prepara con consomé. También echa tortillas y nos manda la comida para comer en el campo. Trabajamos, pero nunca es mucho. De aquí a las cuatro ya regresamos a bañarnos, a comer y a descansar.
A mí me gusta mucho estar en mi aldea, ir a la iglesia y a la biblioteca. También me gusta leer. Leo 20 libros en el año. Mis favoritos son los de Harry Potter. Soy uno de los que ganan el viaje de dos días para ir a comprar el libro que quiera a la feria del libro en la capital. Vamos al teatro, al cine y a pasear. Me gusta la escuela: yo quiero estudiar mucho. Por eso me voy a trabajar: para juntar pisto para mis estudios. Yo ayudo en mi casa porque a mi papá le dan cuatro ataques en un día, y es bien peligroso que se vaya a trabajar solo porque no hay quien por él. Además, en Purulhá no hay mucho trabajo. Por eso es que mis hermanos y yo entendemos que él y mi mamá hacen lo que pueden.
Yo tengo suerte de que mis papás nos dejen estudiar. A otros mis amigos no los dejan. Tengo suerte de poder trabajar para juntar dinero en las vacaciones y por eso en tiempo de escuela puedo estudiar mucho para poder ser un licenciado. Yo quiero tener mejores oportunidades para mis hijos y poder apoyar a mis papás.
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