Desde los espacios públicos, las bibliotecas pueden generar esperanza a través de la cohesión social, la solidaridad, la tolerancia y la participación más activa de la ciudadanía en la vida social y política. Las bibliotecas son agentes esenciales en la formación humana. Sus servicios se orientan al aprendizaje de derechos y deberes de los ciudadanos, al respeto de los valores democráticos y a los derechos humanos mismos. Sin embargo, actualmente enfrentan un proceso de posible extinción. Según la investigación para Plaza Pública realizada por Marta Sandoval y titulada Las últimas bibliotecas, solo en 2015 un total de 29 bibliotecas públicas cerraron sus puertas.
De ahí la importancia del rescate y del fortalecimiento que se les da a las bibliotecas comunitarias a nivel nacional a través de la Filgua. Desde mi experiencia de cinco años en gestión y ejecución voluntaria de un programa de lectura, considero reconfortante el esfuerzo de la Gremial Guatemalteca de Editores, de la Filgua, de Reiken y de Sophos, entre otros, por promover el apoyo a las bibliotecas comunitarias mediante diferentes actividades que desde hace diez años se han venido realizando en forma de talleres, concursos y ahora con la primera Conferencia Internacional de Bibliotecas, la cual se llevará a cabo los días 16 y 17 de julio de 2018 (puede inscribirse acá). Los temas que se abordarán incluyen charlas de conferenciantes internacionales para la formación profesional y la participación calificada y activa de los bibliotecarios dentro de sus comunidades. Para respaldar la asistencia a esta, los organizadores también les ofrecen alojamiento a un grupo de bibliotecarios, que serán seleccionados considerando la distancia de su lugar de origen a la ciudad.
Dentro de las actividades realizadas para impulsar la lectura vale la pena mencionar también el Concurso Nacional de Bibliotecas Públicas, del cual hace una muy buena reseña la nota Filgua y las bibliotecas ágora, más necesarias que nunca —lectura recomendada—, así como la oportunidad que ofrecen estas de visitar la feria con el apoyo en transporte de niños y niñas de escuelas públicas. Todos estos esfuerzos están sabiamente encaminados a promover un acercamiento de niños y adultos con los libros.
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Estas actividades favorecen otros proyectos de lectura. Existen programas individuales que realizan algunas alianzas con el mismo objetivo. Tal es el caso de los pequeños grandes lectores de las bibliotecas Chancol de Huehuetenango y Paco Piñas de Chimaltenango, del proyecto Luis de Lión de San Juan del Obispo (Sacatepéquez), de la Fundación Nueva Esperanza en Rabinal y de la biblioteca Bernardo Lemus Mendoza de Purulhá (Baja Verapaz), quienes a través de la Asociación Yo’o Guatemala realizarán un viaje lúdico recreacional como premio a la perseverancia de estos niños luego de un año de esfuerzos leyendo y realizando sesiones de comprensión lectora con estimulación del pensamiento crítico. Para algunos de estos niños, este paseo representa la primera —y posiblemente la única— oportunidad de conocer la ciudad. Para cientos de niños lectores de comunidades rurales, así como para voluntarios y patrocinadores del viaje infantil #VamosAFilgua, este representa la esperanza de forjar un mejor futuro mediante el desarrollo sostenible que se puede fomentar con la lectura.
El Gobierno de Colombia, a través de los ministerios de Educación y de Cultura, desarrolló un plan de acceso a la lectura para brindar igualdad y desarrollo. Leer Es mi Cuento es una iniciativa que busca que más personas integren la lectura y la escritura a su vida cotidiana, participen de manera acertada en la cultura escrita y puedan enfrentarse de manera adecuada a las exigencias de la sociedad actual.
La lectura es un espacio incluyente y tolerante. Desde lo laico, la cultura nos acerca a todas las voces posibles para entender el mundo, a poder oír la voz de los otros, a respetarlos y entenderlos y a respetar la naturaleza desde la defensa de los derechos humanos.
Por eso, siendo Guatemala un país que necesita desarrollo, es imprescindible que el Estado imite el ejemplo de Colombia, que tome responsablemente las riendas del desarrollo cultural como política de Estado, que capacite, que invierta, que respalde y que asuma.
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