Bernardo Arévalo da un paso adelante y recupera capital político al vetar la ley que, prácticamente, suprimía los controles sobre los proyectos de los Consejos Departamentales de Desarrollo (Codede). La victoria en esta batalla aún no es final, pues está por verse si la alianza que logró su aprobación en el Congreso de la República reúne por lo menos 107 votos, la mayoría calificada, para rechazar el veto.
Sin embargo, haber abierto la caja de pandora al incrementar los aportes extraordinarios a los Codede, que en este 2025 son 23 veces más grandes de lo que eran en 2021, ha empeorado un problema que ya era grave. El jaleo que desató la ola de llamados al presidente Arévalo para que vetara del nefasto decreto 7-2025 nos muestra con mucha claridad la descomunal medida en la que los aportes a los Codede se han vuelto un botín para corruptos y narcos.
La situación ha degenerado a tal punto que prácticamente toda negociación en el Congreso depende de las asignaciones presupuestarias para los Codede. Esto incluye el presupuesto, la junta directiva del Congreso, las presidencias de las comisiones de trabajo, las importantísimas elecciones de segundo nivel programadas para 2026, entre otros temas. ¿Así o más claro el descaro con el que las asignaciones presupuestarias a los Codede se usan como moneda de cambio y pago para los acuerdos políticos en el Congreso?
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En corrillos parlamentarios y políticos circula ya el rumor de que el Ejecutivo está negociando un nuevo decreto, el cual busca darle una solución a las exigencias de grupos de alcaldes, diputados y financistas de campañas electorales, que sea, por lo menos, un poquito menos bruta que el decreto 7-2025. Ojalá sean solo falsedades típicas de Guatebolas, toda vez, si llegaran a ser ciertas, sería la forma más tonta en la que Arévalo perdería lo que ha ganado con el veto. Es más, agudizaría su descrédito, la desaprobación y pérdida de apoyo ciudadano que ya, de manera grave, padece.
Arévalo debe poner como primera prioridad cumplir el mandato que en las urnas le dio el pueblo: ser honesto y frenar el juego de la corrupción y dejar de lado las negociaciones sucias en el Congreso. Debe detener el abuso de los recursos en los Codede.
El primer paso debe ser suprimir los aportes extraordinarios a los Codede que, como ya ha quedado ampliamente demostrado, carecen de justificación técnica. Las municipalidades no tienen capacidad para ejecutarlos, y son instrumentos de manipulación política electoral del presupuesto de inversión pública. El monto de los aportes a los Codede debe limitarse al que la ley establece como aporte ordinario, que es lo único respaldado por los procesos de planificación desde las comunidades, y para el cual hay capacidad real para ejecutarlos.
Segundo, y quizá mucho más importante, diseñar una estrategia que tome en cuenta un hecho fundamental: Arévalo puede gobernar sin necesidad de las alianzas sucias y corruptas en el Congreso. Si no aprueban el proyecto de presupuesto para 2026, ningún problema, tocará trabajar, como lo ordena la Constitución, con el presupuesto actual. Y así en otros ámbitos.
Si Arévalo, y su equipo, no es capaz de diseñar una estrategia para gobernar la segunda mitad de su período, sin transar con la alianza corrupta en el Congreso, entonces, sí que podemos ya hablar de su fracaso. Están a tiempo, pero no por mucho. Y así como vetó el decreto espurio, requiere decisión y valentía. Es lo que le ordena el pueblo.
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