Resalto de la definición dos conceptos: «Mayor intensidad» y «relacionado con la fe o la misión de la Iglesia». Sucede que, de algún tiempo para acá, se ha propiciado un mal entendimiento del pastoralismo utilizando la metáfora del pastor que cuida a las ovejas, las protege, las guía y las acompaña en una atmósfera de mucha dulzura y sosiego dejando de lado la intensidad de la misión como la que se debe de impregnar en el trabajo por la reconciliación y la paz.
Pero el 4 de octubre del presente año el papa León XIV rubricó y publicó su primera exhortación apostólica llamada Dilexi Te (Te he amado) cuyo numeral 3 reza: «Por esta razón, en continuidad con la encíclica Dilexit nos, el Papa Francisco estaba preparando, en los últimos meses de su vida, una exhortación apostólica sobre el cuidado de la Iglesia por los pobres y con los pobres, titulada Dilexi te, imaginando que Cristo se dirigiera a cada uno de ellos diciendo: no tienes poder ni fuerza, pero “yo te he amado” ( Ap 3,9). Habiendo recibido como herencia este proyecto, me alegra hacerlo mío –añadiendo algunas reflexiones– y proponerlo al comienzo de mi pontificado, compartiendo el deseo de mi amado predecesor de que todos los cristianos puedan percibir la fuerte conexión que existe entre el amor de Cristo y su llamada a acercarnos a los pobres. De hecho, también yo considero necesario insistir sobre este camino de santificación, porque en el “llamado a reconocerlo en los pobres y sufrientes se revela el mismo corazón de Cristo, sus sentimientos y opciones más profundas, con las cuales todo santo intenta configurarse”[2]»[3].
Y para muchos ardió Troya porque, imbuidos en la nostalgia de las épocas tridentinas que ni siquiera estudiaron a cabalidad (porque de haberlo hecho estarían más a tono con los tiempos actuales), creyeron que, con el ascenso de Robert Prevost al pontificado, el Concilio Vaticano II, la Doctrina Social de la Iglesia y la opción preferencial por los pobres iban a ser proscritas. Estas personas no tuvieron el alcance de dimensionar el nombre que escogió: León XIV.
[frasepzp1]
Debo confesar que después de la primera leída de Dilexi Te quedé fascinado. Volver a leer acerca de la opción preferencial por los pobres devenida del Documento de Puebla[4]; del grito de los pobres, idea toral de la exhortación apostólica Evangelii gaudium, del papa Francisco; y la invocación del Cántico de María (Lc 1,52-53) para señalar –junto con el numeral 3 anteriormente citado– el norte del documento y el rumbo de su pontificado me impactó. Me pareció como si hubiera convocado a ratos a: San Romero de América, Sergio Méndez Arceo, Hélder Cámara, Samuel Ruíz, Juan José Gerardi Conedera y Gerardo Humberto Flores Reyes para recordarnos que la Teología de la Liberación está vigente. Y también, para advertir a la Iglesia latinoamericana que la dimensión profética no debe menoscabarse en aras de un cómodo pastoralismo que si bien es necesario (debidamente dosificado), no debe sumirse en el juego de la fachosfera religiosa que anda desatada por no decir desesperada ante sus infructuosos intentos de regresar al medioevo.
La exhortación apostólica Dilexi Te contiene 121 numerales aglutinados alrededor de cinco capítulos. Estos son: Algunas palabras indispensables, Dios opta por los pobres, Una iglesia para los pobres, Una historia que continúa y Un desafío permanente. Ni qué decir de la riqueza de contenido histórico del acápite Los padres de la Iglesia y los pobres del capítulo tercero.
Cierro este artículo (muy corto para reseñar la inmensidad de Dilexi Te) con el numeral 120 que alecciona: «El amor cristiano supera cualquier barrera, acerca a los lejanos, reúne a los extraños, familiariza a los enemigos, atraviesa abismos humanamente insuperables, penetra en los rincones más ocultos de la sociedad. Por su naturaleza, el amor cristiano es profético, hace milagros, no tiene límites: es para lo imposible. El amor es ante todo un modo de concebir la vida, un modo de vivirla. Pues bien, una Iglesia que no pone límites al amor, que no conoce enemigos a los que combatir, sino sólo hombres y mujeres a los que amar, es la Iglesia que el mundo necesita hoy»[5].
Ojo por favor, dice este numeral: «el amor cristiano es profético»[6]. Así, «el que tenga oídos que oiga» (Mateo 13:9), y como dicen la sabiduría popular: «Al entendido por señas».
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[1] https://desdelafe.mx/noticias/sabias-que/que-es-enciclica-carta-apostoli...
[2] Exhort. ap. Gaudete et exsultate (19 marzo 2018), 96: AAS 110 (2018), 1137.
[3] https://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2025/...
[4] https://www.celam.org/documentos/Documento_Conclusivo_Puebla.pdf
[5] https://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2025/...
[6] Ibid.
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