A pesar de que han pasado ya casi diez años de su publicación, el libro resulta ser de notable actualidad luego de los recientes hallazgos en el campo de exterminio en el rancho Izaguirre, muy cerca de la moderna y populosa ciudad de Guadalajara, en el Estado de Jalisco. No se puede obviar que también se observan allí los riesgos de paso de los migrantes centroamericanos. En el libro, el autor retrata de cuerpo entero las realidades de la seguridad nacional en estados aledaños como Sinaloa, Michoacán, Ciudad Juárez. Tamez relata sus memorias como Jefe de Policía del Estado de Jalisco.
Originalmente las memorias iban a llevar el nombre poético de «Oasis del horror», pero los editores pensaron que podría confundirse con una novela de ciencia ficción, pero es que nuestros países sí que son surrealistas. Nos dice el autor: «allí conocí lo absurdo, contradictorio, injusto y miserable que es nuestro México, pero también supe del esfuerzo que millones de mexicanos hacemos todos los días por sobrevivir y coexistir rodeados de violencia y corrupción, en este curioso país donde nos tocó vivir. Conocí las entrañas de México y me asomé a sus cloacas y chiqueros».
Tamez hace ver las grandes debilidades y corruptelas del Estado de derecho frente a los cárteles de la droga. Retrata, también de cuerpo entero, las acciones de la Procuraduría General de la República y la Procuraduría General de Justicia del Estado.
Veámos el pasado: a partir de 2007 comenzó la escalada del terror. La policía municipal, de carácter preventivo, actuaba solo ante delitos en flagrancia. Sin embargo, la investigación de los crímenes de mayor escala era responsabilidad de la Procuraduría General de la República (PGR), que, según se denuncia, ignoraba la necesidad de profundizar en estos casos. Más aún, en lugar de combatir el tráfico de drogas, lo protegían. Como dice el autor: «Los políticos son como los perros, nomás a periodicazos entienden».
Ahora bien, en pleno marzo de 2025, previo a la Semana Mayor, un grupo de la sociedad civil, el colectivo Buscadores de Jalisco, ayudó a revelar las atrocidades de un verdadero campo de concentración, en donde uno de los cárteles de la droga reclutaban a jóvenes en busca de trabajo y tenían un depósito de osamentas de víctimas.
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Y es que, cuando se observan las tendencias en este país—el descarado aumento de sueldo de los diputados, los bloqueos del abogado Siekavizza y sus aliados para impedir que Patricia Gámez asuma la directiva de los abogados, o la resistencia masiva de motoristas a pagar un seguro obligatorio contra terceros—se genera una avalancha de eventos locales que saturan la atención pública. Esto deja poco espacio para reflexionar sobre problemas más amplios, como el negocio de la violencia, la diáspora de migrantes y otros horrores. Por eso, es importante escribir sobre estos temas.
Recordemos esto: así como la prensa convierte en negocio los constantes fracasos de la selección de fútbol, el viacrucis de la migración ilegal a Estados Unidos es poco divulgado. En los círculos donde se lucran de la sana Macroeconomía, este tema queda borrado del mapa. Mientras tanto, ese modelo económico genera ingresos tributarios, llena las bodegas de productos importados, abarata el dólar, desindustrializa el país y fomenta el surgimiento de caciques como el Chicharra. Además, alimenta diversos negocios, como el de bienes raíces, encareciendo la vivienda. No olvidemos que el capital opaco no solo se esconde en maletas, sino también en lujosos edificios de oficinas y apartamentos en las zonas más exclusivas.
El rancho Izaguirre era como una escuelita del terror y un gancho en donde los malvados del Cártel Jalisco Nueva Generación reclutaban a jóvenes, incluso desde la central de autobuses, para unirlos a sus filas. Los castigos por desobediencia y/o fallas tácticas se pagaban con la muerte. Incluso se encontró un crematorio.
Los jóvenes reclutados eran sometidos a un entrenamiento físico drástico, según lo revela el colectivo, que se ha hecho famoso por revelar y hacer públicas las atrocidades, consentidas por las autoridades políticas y policiales del Estado. Se encontraron en el sitio tres fosas clandestinas con restos humanos, cientos de pares de zapatos, ropa por costales, mochilas, libros y demás. Las posibilidades de que en las fosas hayan migrantes centroamericanos y gente de otros lugares del mundo pasando hacia el norte son crecientes. Esto no es más que otra muestra del horror que significa migrar para una vida mejor.
De acuerdo con información de inSight Crime de 2022 el exalcalde de Comitancillo San Marcos fue acusado de liderar una red de tráfico de migrantes, junto a su hermano David Coronado Pérez, candidato a la alcaldía en 2019 del mismo municipio. Los fiscales de su tiempo los acusaron de coyotaje, siendo que la caravana fue introducida a territorio mexicano. Los autos fueron incendiados y los migrantes incinerados dentro. Todo ello ocurrió en el norteño estado de Tamaulipas, en el municipio de Camargo.
La masacre de estos migrantes se asoció originalmente con acciones de los Zetas, un cártel rival de Jalisco Nueva Generación. El gobernador de Tamaulipas de ese entonces, Francisco Cabeza de Vaca, condenó el ataque y aseguró que no habría más impunidad.
Se preguntará usted, ¿qué tienen en común Teuchitlán con Camargo? sencillamente, los riesgos que corren los migrantes al atravesar el territorio mexicano. Muchos llegan a los Estados Unidos, y envían la sagrada remesa; sin embargo, muchos se quedan y sufren condiciones atroces como lo aquí descrito.
Lo más aberrante de todo es el surgimiento de castas que se ocupan y monopolizan, gracias a la violencia, negocios, alcaldías, diputaciones distritales y demás. Forman parte de las cámaras privadas, como si nada; y, por supuesto, de la clase política y distrital del país. No podemos así optar por un fomento municipal digno, ni mucho menos discutir con mérito y efectividad de miles de millones de recursos que se aglutinan en el Sistema de Consejos de Desarrollo (SISCODE) y las municipalidades del país, para multiplicar los réditos del crecimiento.
Por primera vez en la historia, tenemos una seguidilla de años con una balanza en cuenta corriente positiva en la balanza de pagos, a pesar del amplio déficit comercial. Esto se debe al influjo de remesas. Sin embargo, que esta balanza sea positiva implica que la entrada de capitales para inversión es negativa, pues ambas —la corriente y la de capitales— deben estar en equilibrio. En un país normal, la atracción de capitales, incluida la inversión extranjera directa, corrige el déficit de la cuenta corriente en el comercio exterior.
Por si fuera poco, el influjo de remesas se traduce en mayores impuestos indirectos, como el IVA al consumo y a las importaciones. La economía parece boyante, al punto que los ministros de finanzas reparten dinero sin medida, en lugar de fomentar un ahorro público intergeneracional para tiempos de crisis. Podrían, además, obligar al Banco de Guatemala a invertir parte de esos dólares en cubrir compromisos fiscales, algo viable y legal si existiera conciencia sobre el esfuerzo del migrante. Incluso, podrían involucrar a los entes de planificación y política económica para canalizar las remesas hacia el desarrollo.
Pero el individualismo y la miopía impiden ver más allá. Algo similar ocurre con la resistencia a pequeños sacrificios, como la implementación de un seguro obligatorio para terceros en el caótico tránsito diario. Sin olvidar ese otro tránsito del horror que deben hacer miles de migrantes, para que sus familias puedan tener mejores oportunidades de vida.
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