El pasado domingo, el medio independiente Vox Populi publicó una nota periodística de investigación criticando la contratación del connotado fotógrafo Daniel Fernando de Jesús Hernández Salazar en la Secretaría de Asuntos Administrativos y de Seguridad (SAAS), con honorarios profesionales mensuales de Q 30,000. La nota no cuestiona la calidad profesional de Hernández Salazar, ni tampoco si su trabajo vale o no esos honorarios.
La nota plantea preguntas legítimas y que, seguramente, plantearía la ciudadanía, en cuanto a los criterios de las autoridades de la SAAS para esta contratación, toda vez, se informa, en la Secretaría de Comunicación Social de la Presidencia ya trabajan cuatro fotógrafos, pero con salarios significativamente menores a los honorarios que se le están pagando a Hernández Salazar. Además, la nota cuestiona si esta contratación contradice la política de austeridad y las disposiciones para la eficiencia, control, prioridades y transparencia del gasto público, anunciadas por el presidente Arévalo.
Para honrar su compromiso con la transparencia, el Gobierno debe responder estas preguntas y publicar las razones y los criterios que sustentan la contratación. Una vez más, no cuestionando la calidad del trabajo de Hernández Salazar, o los honorarios que corresponde pagar a un fotógrafo de fama internacional como él, pero sí para atender la legítima demanda ciudadana de exigir transparencia y rendición de cuentas por el uso de cada centavo de los recursos públicos.
Por ello es que a los periodistas les asiste una cuota de razón cuando critican la actitud de Iván Carpio Alfaro, secretario actual de la SAAS. Reportan haberlo contactado, que respondió al inicio, pero al parecer dejó de responder cuando se le formularon preguntas sobre la contratación de Hernández Salazar. Esto no es ser transparente y, siendo un funcionario público, el señor Carpio Alfaro debe responder con la verdad. La opinión pública juzgará si el actuar es correcto y legítimo, pero no responder u ocultar la verdad no es el actuar del gobierno probo y transparente que ha prometido el presidente Arévalo.
Este incidente nos replantea el verdadero significado de la transparencia. Un gobierno transparente no es infalible, como todo lo humano, puede equivocarse. La gran diferencia es que, cuando se equivoca no lo oculta, dice la verdad, y si, además de ser transparente, es sabio, enmienda con acción correctiva.
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No se debe prejuzgar si la contratación del fotógrafo Hernández Salazar es o no un error. El primer paso es pedir a las autoridades responsables que expliquen las razones por las cuales lo contrataron en las condiciones ya detalladas, que es justamente lo que los periodistas hicieron. Con la verdad a la luz pública tocará evaluar si la acción es correcta y justificada, con lo cual no hay problema. Si se considera que es un error, ser transparente también en reconocerlo, y proceder a corregir, sin más ni menos.
Claro, decir esto es mucho más fácil que hacerlo. Desde el gobierno se le tiene mucho miedo a reconocer públicamente un error, porque desgasta, resta legitimidad y se teme perder capital político fortaleciendo a la oposición. O no. Porque, avanzar hacia convertirnos en una sociedad democrática funcional y políticamente madura es entender y apoyar a un gobierno que no es infalible, que puede cometer errores, pero sí es transparente y sabio al corregirlos.
Yo prefiero un gobierno transparente y honesto que puede equivocarse, que lo reconozca y corrija, a uno mentiroso que diga solo lo que le conviene y le tenga miedo a reconocer que cometió un error
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