El gobierno del presidente Arévalo no debe ser solo la esperanza por luchar contra la corrupción, también debe recuperar el rol estatal para el arte y la cultura.
Titulares recientes se han referido al esfuerzo por rescatar al deporte de la calamidad en la que se encuentra, especialmente el olímpico. Se saluda y aplaude este esfuerzo y, por qué no, sumarse al anhelo de que las y los atletas guatemaltecos puedan ir a los próximos juegos olímpicos...
Titulares recientes se han referido al esfuerzo por rescatar al deporte de la calamidad en la que se encuentra, especialmente el olímpico. Se saluda y aplaude este esfuerzo y, por qué no, sumarse al anhelo de que las y los atletas guatemaltecos puedan ir a los próximos juegos olímpicos con el honor y el apoyo que merecen y necesitan.
Menos mediático, pero igualmente necesario y justo, es el urgente esfuerzo por recuperar la institucionalidad estatal del arte y la cultura. Entidades, verdaderos patrimonios culturales, como Radio Faro Cultural, el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, el Conservatorio Nacional de Música, el Ballet Nacional de Guatemala o la Orquesta Sinfónica Nacional, solo por mencionar algunos de muchos, se encuentran abandonados y, por ello, en peligro. Un desafío descomunal en el que el Ministerio de Cultura y Deportes tiene responsabilidad plena y un rol crucial para superarlo.
Toca aceptar que la prioridad en la agenda del gobierno para el rescate de este patrimonio cultural debe estar debajo de las verdaderas tragedias humanas que sufrimos en Guatemala, como la desnutrición crónica infantil o urgencias con gran impacto económico, como arrancar de las garras de la corrupción la red vial o el aeropuerto. De acuerdo, pero que no sea urgente o prioritario, no quiere decir que no sea importante.
Y es que la necesidad de arte y cultura puede ser sutil y puede confundirse con actitudes arrogantes o flemáticas de un estrato socioeconómico alto. Pero no es así. Por ejemplo, muchos y diversos son los melómanos que esperamos que la programación de Radio Faro Cultural recupere la seriedad y rigurosidad que le caracterizaba décadas atrás. Doy fe de que ese anhelo es compartido por un vendedor de repuestos para electrodomésticos en los alrededores de la Unidad Periférica del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social ubicada en la zona 5 capitalina.Y por un taxista, con quien conversamos largo y tendido sobre lo mucho que le molesta que no se respete la integridad y coherencia de las obras musicales, reproduciendo solo un movimiento de obras que fueron compuestas con varios, que interrumpan las obras o que no las presenten identificando autores e intérpretes.
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O de quienes nos preocupamos por el abandono del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, como se evidenció la semana pasada en la presentación del Ballet de Camagüey, por la invasión de vendedores informales de golosinas y boletos en el mercado negro. Las máquinas para el cobro del estacionamiento estaban descompuestas, con lo cual se formó una cola inmensa, y un pobre muchacho, empleado del Centro, hizo lo que podía. Todas estas deficiencias en la administración del teatro conviven en contraste severo con la alta calidad artística que ofreció la compañía cubana de ballet.
La nueva ministra de Cultura y Deportes, la antropóloga e historiadora Liwy Grazioso Sierra, encarna la esperanza de no solo frenar el abandono y la negligencia hacia el patrimonio cultural, sino también recuperarlo, cuidarlo y valorarlo. Así, vaya este mensaje abierto y público, muy respetuoso, a la señora ministra Grazioso Sierra, rogándole que dé el golpe de timón que esperamos quienes apreciamos y valoramos el rol estatal por el arte y la cultura. No es una tarea fácil, por lo que esta es una expresión entusiasta de apoyo.
Quizá recomendarle crear un canal de comunicación adecuado, aprovechando las ventajas tecnológicas de hoy, para recibir solicitudes, denuncias y recomendaciones ciudadanas para rescatar el patrimonio cultural guatemalteco. Atender a la ciudadanía, la dueña y beneficiaria legítima de ese patrimonio.
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