Sin duda, al ser uno de los personajes más populares del panorama político nacional, Velásquez ha mantenido una actitud coherente durante el tiempo que ha trabajado en el país. ¿Por qué hubo rumores que ponían en entredicho su permanencia al frente de la comisión? ¿Por qué la misma Thelma Aldana tuvo que hablar sobre su posible renuncia si el comisionado era retirado de sus funciones? ¿Qué investigación es la que se está adelantando y quiénes se están sintiendo amenazados a tal punto que han presionado para que Velásquez sea separado de su cargo? Es posible que, debido a algunos hallazgos que tanto la Cicig como el Ministerio Público (MP) han encontrado respecto a personas, empresas o instituciones cuyos actos de corrupción están a la puerta de ser anunciados, estas se estén movilizando para, una vez defenestrado el jefe de la comisión, todo el aparato investigativo en contra de la corrupción se venga abajo.
Por ejemplo, esta semana se develó un caso de financiamiento ilícito de algunos partidos políticos que da pie a que nos preguntemos hasta dónde llega el hilo conductor de la corrupción y si este incluye a los excandidatos presidenciales o no. Esta información, además de todo, nos revela cómo se va creando esa cadena de favores que luego, una vez que un partido se instala en el poder, debe devolver a sus donantes con proteccionismo, contratos y demás.
Pese a dichos avances de la Cicig y del MP, nos preguntamos cuándo empezará a develarse la red de la verdadera y profunda corrupción en Guatemala, cuándo se tocarán los intereses de esas empresas y personas que por décadas han estado usufructuando los beneficios de la impunidad en aras de su solo provecho personal. Estas son preguntas que quedan en el aire, pues, al parecer, existe un grupo de intocables. Estos grupos y personas se han parapetado quién sabe detrás de qué tramas de prebendas, favores y entramados de sobornos que les han permitido traspasar con impunidad no solo la evasión de impuestos, sino también el resto de sus obligaciones ciudadanas.
Cuando los mayores corruptos de la sociedad guatemalteca salgan a relucir, verdaderamente empezarán a cambiar las cosas para el país. Entonces sí será cierto que la ley se aplicará, en términos reales, sin distinción de ninguna clase.
Ojalá que, durante los dos años que le quedan a Velásquez en Guatemala, finalmente los dinosaurios de la corrupción sean puestos al descubierto.
Más de este autor